El bloqueo de EE UU impide que África obtenga los fármacos baratos que necesita
14 de las 20 grandes causas de mortalidad están fuera de la lista propuesta por los países ricos
En la reunión en Doha (Qatar) de la OMC en 2001, al debatir sobre patentes, se habló de "promover el acceso a medicamentos para todos" mediante el sistema de licencias obligatorias cuando sean necesarias por razones de salud pública. Pero un párrafo de la declaración, el 6, señala: "Reconocemos que los miembros de la OMC cuyas capacidades de fabricación en el sector farmacéutico son insuficientes o inexistentes podrían tropezar con dificultades para hacer un uso efectivo de las licencias obligatorias con arreglo al Acuerdo de Propiedad Intelectual y Salud Pública (ADPIC, en inglés TRIP). Encomendamos al Consejo de los ADPIC que encuentre una pronta solución a este problema y que informe al respecto al Consejo General antes del fin de 2002".
Dicha solución no fue hallada en la fecha prevista y la negociación en la OMC sigue paralizada por EE UU, que protege más allá de lo acordado la propiedad intelectual de las patentes, en manos la gran industria farmacéutica. EE UU bloqueó el pasado diciembre las negociaciones sobre el párrafo 6 porque el resto de miembros de la OMC no acató la exigencia de Washington de limitar a 22 el número de enfermedades contra las que podría haber fármacos baratos. Y sigue manteniendo el bloqueo.
Cáncer y asma, no incluidos
Médicos sin Fronteras (MSF), al criticar esa lista de enfermedades, pone el ejemplo de África: EE UU ha incluido "prácticamente todas las enfermedades para las que no existe tratamiento o para las que los tratamientos que hay son tan viejos que ya no están bajo patente", dice Nora Uranga, responsable de medicamentos esenciales. La lista no incluye, entre otras, las neumonías, las patologías cardiovasculares, el cáncer, el asma, la cirrosis, la diabetes melitus, dolencias de transmisión sexual como sífilis, gonorrea o clamidia, los trastornos endocrinos y nutricionales, la epilepsia o la otitis.
"Con la excepción del sida, se han excluido de la lista casi todas las enfermedades de elevada mortalidad para las que hay fármacos patentados. De las 20 primeras causas de mortalidad en África, se han quedado fuera 14, que coinciden con las enfermedades más frecuentes en Occidente", añade Uranga.
La posición de la UE es similar a la de EE UU con ligeras matizaciones que flexibilizan la lista de enfermedades. Los países del Sur y las ONG arguyen que esas propuestas implican condiciones onerosas para las naciones que no son capaces de producir fármacos -las más pobres- y se les restringe el derecho a determinar lo que es una necesidad de salud pública para su población.
"La lista de EE UU deja fuera enfermedades claves", dice Gonzalo Fanjul, responsable de Medicamentos de Intermón Oxfam. "Se está dando largas a una situación que perpetúa la injusticia e impide el acceso universal a los fármacos en aras de los intereses de mercado. Lo irónico es que realmente el acuerdo de Doha permite interpretaciones más favorables a las poblaciones de los países pobres que la que se está aplicando".
Estados Unidos esgrime el argumento de que no hay suficientes garantías de que, si se permite exportar medicamentos a precios baratos al Sur, esos fármacos podrían volver a venderse fraudulentamente en los mercados del Norte. De hecho, eso sólo ha ocurrido en contadas ocasiones: el pasado septiembre se detectaron en Amberes unos antirretrovirales de GlaxoSmithKline que volvían a entrar en el país. Las ONG abogan porque se exporten al Sur sean medicamentos en cápsulas, no en comprimidos, y en un envase diferenciado.
"El G-8 no habla en ningún momento de facilitar la producción en el Sur de medicamentos bajo licencia obligatoria para exportación a países que no pueden producirlos, y que deberían ser quienes tuvieran el derecho de definir sus prioridades y emergencias en cuestión de sanidad", dice Uranga. "Es una realidad que Brasil o India están en condiciones de producir y exportar genéricos que aliviarían la situación sanitaria de los países pobres", señala Fanjul.
Confusión en los precios
Las ONG subrayan también que, cuando se habla de precios hay una confusión entre "precios rebajados" y "precios asequibles". En los foros internacionales y en los debates de empresas se calcula un sistema de abaratamiento con precios diferenciales, pero ateniéndose a los precios en EE UU o Europa, no a los ingresos reales de la población de los países pobres; así, estiman las ONG, aunque se produjera un descenso importante en los precios, sería un descenso insuficiente justamente para las personas que necesitan esas medicinas.
El pasado día 26 los ministros de Agricultura de la UE prohibieron reimportar medicamentos contra el sida, la malaria y la tuberculosis que provengan de 76 países en vías de desarrollo. La medida pretende dar garantías a las grandes compañías para que promuevan el acceso a los fármacos en el Sur. El requisito es que los medicamentos que se integren en ese sistema cuesten al menos el 75% del precio de venta en la OCDE. Bruselas ofrece añadir a la lista fármacos a los que sólo se les añada un 15% del coste de producción.
Otro problema es el de la investigación en nuevos fármacos. Menos del 1% de la investigación y desarrollo farmacéuticos se destinó en 2002 a la malaria o la tuberculosis. La industria, con todo, parece saber que no todo puede seguir igual indefinidamente. En abril, la multinacional GlaxoSmithKline propuso que los ensayos clínicos de los nuevos fármacos contra enfermedades tropicales sean financiados por instituciones públicas o fundaciones privadas: luego las empresas se encargarían de poner los medicamentos en el mercado.
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