El Banco Mundial fracasa en sus planes para combatir la pobreza
Una gran encuesta interna constata mala imagen y arrogancia
El Banco Mundial se ha abofeteado a sí mismo tras realizar un macrosondeo en 2002 entre 2.600 líderes de 48 países (no figura España) para conocer cómo son vistos. El sondeo refleja que hay que luchar más contra la pobreza si se persigue la paz mundial. Los preguntados se mostraron muy críticos con la labor del banco contra la corrupción, con su imagen de arrogancia y con su estrecha relación con EE UU.
La forma un tanto en secreto en que se encargó la encuesta y las respuestas generadas a partir de algunas preguntas muy sensibles, sobre todo las relacionadas con la corrupción y la conexión política y económica con la Administración de Bush, no ha gustado a algunos responsables del Banco Mundial. Algunas noticias sobre las discusiones a este respecto fueron rápidamente filtradas. El banco, por tanto, decidió presentar el trabajo cuanto antes para amortiguar la polémica.
El presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, no ha desaprovechado la oportunidad para recoger algunas ideas, apropiárselas y lanzarlas como un reto de futuro: "En este momento de reconstrucción después del conflicto [de Irak], si queremos un más estable y pacífico mundo, tenemos que restaurar la esperanza y prosperidad a los 3.000 millones de personas que viven con menos de dos dólares diarios" dijo.
El sondeo es nítido con relación a cuál debería ser el primer esfuerzo de esta entidad, de los demás organismos multilaterales y de los países desarrollados en los próximos años. La mayoría de los líderes mundiales se muestran de acuerdo en que la pelea contra la pobreza y los cada vez más grandes desequilibrios regionales es la llave para alcanzar la paz mundial y rebajar las tensiones y las crisis. Ése es el sentimiento abrumador (91%) en las naciones del África subsahariana, el sur de Asia (87%), Oriente Próximo y el norte de África (79%). La misma conclusión es apoyada por el 70% de los líderes de los países industrializados.
La preocupación por la carencia de avances significativos sobre algunas metas, el profundo pesimismo sobre una posible mejora a corto y medio plazo y las evidentes críticas al propio funcionamiento del Banco Mundial y este tipo de organismos están muy documentados en el sondeo. La mayoría de los preguntados se muestran escépticos ante el envite de rebajar los niveles de pobreza a la mitad para 2015. Otra razón no menos importante para ser negativos, o realistas, es que la mayoría observa también que la distancia entre los países ricos y los pobres sigue aumentando.
A pesar de la mala coyuntura económica general, la mayoría de los líderes responden que su país está marchando bien, aunque sí apuntan que el contexto global no va en la buena dirección. El primer problema es el incremento de la pobreza. Y que el hueco entre los ricos y los pobres ha ido a más lo corroboran entre el 72% y el 85% de los sondeados en las siete áreas en que se dividió el trabajo.
Derroche
El estudio es duro sobre los resultados cosechados por las ayudas de este tipo de entidades en los países en desarrollo. La mayoría piensa que el dinero, la "asistencia exterior", se derrocha debido a los "corrosivos efectos" de la corrupción (entre el 58% y el 88%). El trabajo precisa que no se interroga sobre si esas ayudas pueden ser una de las causas de esa galopante corrupción. La mayoría opinan, además, que habría que gastar más dinero para atajar todos estos problemas, pero especialmente en aliviar las deudas de esos países pobres mejor que en la tradicional asistencia. La encuesta corrobora que algunos fallos se han corregido bajo el mandato de Wolfensohn, como la falta de transparencia o la responsabilidad en la capacidad de actuación y de influencia. Otras quejas se mantienen.
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