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El público se acerca a la Bienal de Valencia con curiosidad

Ferran Bono

Tras dos días de visitas exclusivas para la comitiva de invitados formada por un grupo de periodistas, especialistas y artistas, la Bienal de Valencia abrió ayer las puertas al público de sus seis espacios expositivos cerrados, además de las intervenciones artísticas en 34 solares del centro histórico y en estaciones de metro, tren y aeropuerto.

Dos de las principales exposiciones, A&M: el almacén del adecuado comportamiento, de Will Aslop y Bruce McLean, en el antiguo convento del Carmen, y El museo del pasado imperfecto, de Mike Figgis, en un deshabitado palacio, tuvieron una buena afluencia de público que se acercó con curiosidad a conocer las propuestas. Como sucede a menudo con las manifestaciones de arte contemporáneo, las reacciones de los visitantes consultados fueron muy dispares.

Sí hubo unanimidad en elogiar a las puertas de la instalación de Figgis la belleza del palacio que la alberga y la idea de aprovecharlo para "hacer cosas", como señalaban dos vecinos del inmueble semiabandonado. Cosas -fotografías, vídeos, efectos sonoros...- que dos mujeres catalanas encontraron en total un tanto deslavazadas, sin un hilo conductor, aunque les llamó la atención la poética de una habitación donde se proyecta a una mujer cantando en mitad de la penumbra. "Muchas veces el título de la exposición es más interesante que el contenido", comentaba una sobre El museo del pasado imperfecto. Otra mujer, sin embargo, dijo haber disfrutado con las fotografías y el uso del "espacio". "Sorprendente", afirmó una adolescente. "Una engañifa", aseveró otro vecino de mediana edad.

Mucho diseño

De camino al Carmen se pasa por algunas intervenciones en los solares. Una de ellas era objeto de los juegos de unos niños. "Bueno, he visto algunas que están bien, pero no deberían quitarlas, porque así están mejor los solares ", sugería un hombre. También por el centro histórico discurría el itinerario marcado por un colectivo cívico que convocó, a modo de alternativa a la Bienal de Valencia, a decenas de personas para enseñarles la "realidad de la ciudad" y sus puntos conflictivos.

Ya en el antiguo convento del Carmen, cuya subsede del IVAM fue cerrada por la Generalitat, la gente parecía entretenida. No en vano El almacén del adecuado comportamiento, que además de Alsop y McLean contiene obras de estudiantes y diseñadores del Royal College of Arts de Londres, recrea en un claustro gótico una moderna superficie comercial y de ocio, en la que igual te tomas un cóctel o una tapita de chorizo que te cortas el pelo o pasas un rato leyendo o escuchando música. Lámparas, ceniceros, una suerte de tienda de chill out, sofás de garabatos, suelos móviles... "todo muy de diseño", certificaba un joven. Los muebles se venden. "Demasiado plástico, así no me relajo", decía otro. "Llevamos toda la mañana paseando y aquí nos hemos relajado", señalaba una pareja. "Es un espacio fantástico para hacer cosas de arte contemporáneo", indicaba un fotógrafo.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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