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El Registro Civil Central se satura al duplicarse su trabajo por la inmigración

El Defensor del Pueblo estudia cómo evitar las esperas de meses que sufren los usuarios

Fuentes del Registro Civil Central califican la situación de "catastrófica". "Desde hace seis años, y sobre todo en los tres últimos, el volumen de trabajo ha ido creciendo vertiginosamente sin que se nos haya dotado de medios suficientes. No sólo falta personal, sino también medios técnicos, porque el edificio que ocupamos, una antigua sede del Ministerio de Hacienda, se nos queda pequeño, está poco informatizado, no tiene suficientes líneas telefónicas y los usuarios se ven obligados a hacer cola en la calle", explican. Los datos muestran con claridad cómo se ha incrementado el trabajo en este organismo del Ministerio de Justicia. El año pasado, 162.923 inmigrantes nacionalizados españoles inscribieron su partida de nacimiento en este registro para obtener el carné de identidad, frente a los 97.055 de 1999. Se registraron, asimismo, 41.000 matrimonios de españoles con extranjeros celebrados en países como Cuba y República Dominicana, cuando hace tres años fueron sólo 19.114. "Han ido trayendo personal con cuentagotas, y los cerca de cien trabajadores del centro no damos abasto. La consecuencia es que trámites que debían concluirse en un trimestre se prolongan durante seis, ocho o diez meses", añaden las mismas fuentes.

Carné de identidad

La situación la sufren matrimonios mixtos (de español y extranjero) celebrados en otros países, que deben aguardar de seis a diez meses hasta conseguir el permiso para vivir juntos en España; parejas que han optado por la adopción internacional e inmigrantes nacionalizados españoles, que tardan de cuatro a seis meses en obtener el certificado necesario para sacarse el carné de identidad.

Portavoces del Ministerio de Justicia reconocen que se han producido algunas quejas "puntuales", por las demoras del registro. Atribuyen la situación creada a la "avalancha de peticiones", pero no indican si se va a buscar alguna solución.

Vela conoció al que hoy es su marido en el verano de 2000 durante unas vacaciones en la República Dominicana. "Iniciamos una relación, pero no me la tomé muy en serio, pensé que era una historia de verano y que no podría salir adelante a tanta distancia", explica esta trabajadora social de 26 años empleada en una asociación de ayuda a toxicómanos. Pero, pese a todos los pronósticos, la relación continuó y en el verano de 2001 Vela volvió a la República Dominicana para pasar con Héctor las vacaciones.

Un año después regresó de nuevo y empezaron ya a hacer planes para vivir juntos. "Pensamos que lo mejor era casarnos en su país y que luego viniera él a España con un permiso de reagrupación familiar", asegura Vela. "Es difícil pedirle a una persona que deje su tierra, su gente y su empleo para estar contigo, pero veíamos que España es un país con mayor calidad de vida que la República Dominicana para formar una familia", matiza.

Lo que no sabían es que tendrían que esperar muchos meses hasta iniciar su vida en común. "Nos casamos el 23 de noviembre de 2002 en Santo Domingo, y el 4 de diciembre, nada más regresar a Madrid, acudí al Registro Central para inscribir mi matrimonio. Cuál no fue mi sorpresa cuando me dijeron que todo el trámite llevaría de cuatro a cinco meses", asegura Vela.

A los españoles que se casan con extranjeros no residentes en España se les exige demostrar que lo suyo no es un matrimonio de conveniencia. Para ello, tanto uno como otro cónyuge deben mantener una entrevista: el español con un juez y el extranjero con un representante del consulado español.

Si los informes de ambas entrevistas son positivos, consiguen el libro de familia, y con él, el cónyuge extranjero puede ya pedir un visado para residir en España con su pareja. Vela tuvo su entrevista el 6 de marzo, tres meses después de solicitarla. Y todavía no han llegado los informes de la que mantuvo su marido el pasado 30 de abril.

"En el registro son muy amables, pero están saturados y me dicen que todavía faltan tres o cuatro meses hasta que podamos empezar a vivir juntos. Yo me pregunto qué cara pondría cualquier pareja si, al finalizar su boda, les comunican que, por trámites burocráticos, van a transcurrir más de nueve meses hasta que puedan vivir juntos", concluye esta mujer, que ha presentado una queja ante el Defensor del Pueblo.

Sentirse bajo sospecha

Tres meses después de casarse con su novio dominicano, Elena (nombre ficticio) ni siquiera ha sido citada para la entrevista con el juez. Eso significa que todavía puede pasar mucho tiempo hasta obtener el libro de familia con el que su esposo pueda quedarse con ella en Madrid. Mientras, viven separados por un océano.

Esta médico de 27 años conoció a su marido en el verano de 2000 cuando visitó Santo Domingo como voluntaria de una fundación humanitaria. En marzo contrajeron matrimonio en la República Dominicana.

"Nada más volver a Madrid, en abril, empecé con el papeleo para inscribir nuestra boda y lograr así que mi esposo pudiera venir a España, pero me dijeron que tendría que esperar de seis a ocho meses hasta que el juez me citara para la entrevista. Me siento en desventaja con respecto a las parejas españolas que se casan y hacen su vida tal y como la planean entre los dos", asegura.

Tanto Elena como Estela Vela han optado por iniciar su vida matrimonial con todos los parabienes legales. Pero a veces dudan de si han elegido el camino más eficaz. "Algunos abogados de extranjería me recomiendan que mi esposo venga como turista y se quede como inmigrante irregular. No hemos optado por esa vía porque si él viene sin papeles sólo conseguirá los peores trabajos", añade Elena.

Ambas tienen la sensación de estar siempre bajo sospecha y de ser "un simple número de expediente". "Es como si tuvieses que demostrar ante todo el mundo que tu matrimonio es por amor; no sólo ante el juez, también ante algunos conocidos que parecen pensar que somos otras pobres españolitas engañadas por caribeños que sólo nos quieren para entrar en Europa", reflexionan.

Vela ya sabe en qué consiste la entrevista con la que se pretende dilucidar si el suyo es un matrimonio de conveniencia. "Me preguntaron por la fecha de mi boda, por la familia de mi esposo... Siguen un formulario. A mi marido también le sondearon sobre lo que pensaba de las bodas de conveniencia, pero a mí no", añade.

Ella ha pedido en su trabajo un mes de vacaciones y otro sin sueldo para reunirse este verano con su marido en Santo Domingo. El esposo de Elena viajará a Madrid en junio como turista. Las dos están casadas. Pero a veces, envueltas en la maraña burocrática y en sus retrasos, les cuesta creérselo.

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