Aznar y Zapatero cierran filas contra ETA
El jefe del Gobierno contrapone la respuesta de Navarra a "la vergüenza" del Parlamento vasco
El presidente del Gobierno, José María Aznar, y el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, reafirmaron ayer en Pamplona su compromiso sin fisuras en la lucha contra ETA.
El marco fue el funeral celebrado por las dos últimas víctimas de ETA, los policías nacionales Julián Embid Luna y Bonifacio Martín Hernández. El multitudinario y emotivo adiós de la sociedad navarra a los dos agentes, oficiado por el arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, reflejó el reforzamiento del compromiso contra ETA de las dos grandes fuerzas políticas. Rodríguez Zapatero, que se sentó en la catedral de Pamplona junto a Jaime Mayor Oreja, puso a disposición del Gobierno todo su apoyo y el "compromiso más firme" para luchar contra los terroristas, mientras Aznar recalcaba que "los terroristas no tienen más destino que acabar derrotados".
"Los terroristas serán derrotados; que nadie espere para ellos mas que derrota y justicia"
Cuando féretros de los dos agentes entraron en la catedral de Pamplona a hombros de compañeros del Cuerpo Nacional de Policía, la Guardia Civil y la Policía Foral de Navarra, estalló una salva de aplausos, una especie de liberación de rabia y dolor, de impotencia pero también de firmeza. Estos sentimientos tuvieron traducción en las declaraciones de los principales dirigentes políticos que acudieron a Pamplona.
"Tendremos que pasar momentos difíciles como hoy, momentos duros. Pero [los terroristas] serán derrotados y que nadie espere para ellos otra cosa que la derrota y la justicia", aseguró Aznar tras visitar en el hospital de Navarra a los dos heridos en el atentado. El presidente del Gobierno, que canceló su viaje a San Petersburgo para acudir al funeral, garantizó que dedicará toda su "voluntad, determinación y fuerza" contra ETA.
Aznar destacó la actitud del pueblo navarro frente al terrorismo y la contrapuso con "la vergüenza que tuvimos que ver en el Parlamento vasco". Se refería al pleno del pasado viernes, que el presidente, Juan María Atutxa, se negó a suspender tras conocerse el atentado, y en el que pudo intervenir un parlamentario del grupo de la antigua Batasuna. El pleno rechazó una propuesta del PP para que se obligara a la televisión vasca a emitir un anuncio de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Aznar calificó lo sucedido de "miseria moral" y señaló que el nacionalismo vasco no sólo debería "cambiar su actitud", sino también "dar muchas explicaciones".
José Luis Rodríguez Zapatero, tras renovar su compromiso de "estar junto al Gobierno en contra del terrorismo y en la defensa de la libertad y del fin de la violencia", vaticinó que, pese a la desesperanza y el dolor, "ETA perderá".
Por su parte, el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, pidió que el atentado de ETA "no se utilice para enfrentar a los demócratas o para dividir a las fuerzas políticas democráticas". Como si adivinara los abucheos que le iban a dedicar algunos, igual que al secretario general del PSOE.
La misa funeral comenzó instantes después de que el presidente del Gobierno impusiera a los dos agentes asesinados la Medalla de Oro al Mérito Policial. La catedral se llenó y mucha gente tuvo que quedarse en la calle.
Los aplausos cesaron en el templo para escuchar por segunda vez el himno de España, esta vez interpretado al órgano. El arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián pidió en su homilía a los partidos nacionalistas, aunque sin citarles expresamente, que "se sientan obligados moralmente" a anteponer "la protección de la libertad y seguridad de los ciudadanos a cualquier otro objetivo partidista".
Sebastián, un arzobispo de gran influencia en la Conferencia Episcopal por la contundencia de sus argumentos en contra de la violencia y el nacionalismo excluyente, dejó muy claro que "no se puede colaborar con los que matan y no se puede apoyar de ninguna manera a quienes colaboran con los que matan".
Tras el funeral, el féretro con los restos de Julián Embid partió hacia Saviñán (Zaragoza), y el de Bonifacio Martín, hacia Sanchorreja (Ávila), localidades en las que habían nacido y donde serán enterrados.
"Marxistas", que "sois como ellos"
Algunos de los asistentes al funeral que se quedaron en el exterior del templo no acabaron de asumir la llamada arzobispal para crear "un tejido vivo de comprensión y leal acercamiento". Si a la entrada a la catedral el presidente del Gobierno y Jaime Mayor Oreja fueron recibidos con aplausos, el secretario general de los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero, escuchó -por primera vez en un acto de estas características, según sus colaboradores- reproches e insultos, igual que el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares. Una señora de más de 60 años llegó a gritar al líder socialista: "Llama a Rojo", en referencia al secretario general del PSE de Álava, Javier Rojo, que quiere que el PP le vote para presidir la Diputación alavesa.
Pero eso no fue nada comparado con lo que iba a llegar. Si a la entrada fue un grupo de unas 12 personas, la mayoría mujeres, especialmente exaltadas, el que alborotó, a la salida del templo el asunto fue a mayores. De las docena de voces se pasó a una sospechosamente organizada catarata de improperios, en la que muchas personas se apiñaron en torno a los líderes del PSOE e IU recriminándoles con mucha agresividad las conversaciones entre ambos partidos, sobre todo por la colaboración de IU con el nacionalismo en el País Vasco.
Al grito repetido de "¡marxistas!" y "¡cabrones!", unidos a otras descalificaciones, dos hombres llegaron a plantarse frente a los dos dirigentes de izquierda en actitud desafiante. La tensión rompió el termómetro. El socialista guipuzcoano Jesús Egiguren tuvo que ir en ayuda de su secretario general, mientras le gritaban: "A vosotros no os matan porque sois como ellos".
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