Libros contra la tristeza de la guerra
La feria logra combinar la reflexión y el debate con el ambiente más distendido y alegre
Nunca como hasta ahora se ha visto que los libros son el mejor bálsamo contra el desasosiego, la confusión y la inquietud. El segundo gran acto de la 62ª edición de la Feria del Libro de Madrid tronó contra la guerra, contra todas las guerras. El primero fue el viernes, cuando Juan Goytisolo advirtió del desmadre del mundo editorial, que con frecuencia confunde productos editoriales con literatura.
En la cita de ayer, en el Pabellón de las Tres Culturas, que patrocina Círculo de Lectores, la voz de Andrés Sorel, en nombre de la Asociación Colegial de Escritores, sonó alta y fuerte: "La brutal e inadecuada intervención del gran imperio de nuestro tiempo, Estados Unidos, ha arrasado un país [Irak], cuna de las culturas de todo el tiempo, un país que desde hace largo tiempo no ha dejado de padecer guerra y expolio. Nunca como hasta ahora un país ha expuesto tan a la luz sus intereses: obtener los mayores beneficios posibles. Nosotros los escritores, como los filósofos, no queremos olvidar el mundo en que vivimos".
Varios escritores claman en contra del belicismo y reivindican la lectura como bálsamo
Sorel puso como ejemplo de escritor comprometido con su tiempo a Juan Goytisolo. Junto a Sorel, Ángela Vallvey denunció la pérdida de individualidad del ser humano de hoy; muy acertadamente, Lourdes Ortiz recordó que el escritor sólo está comprometido con su obra, aunque, añadió, "los escritores tienen la obligación, como cualquier ciudadano, de denunciar las injusticias"; Antonio Gómez Rufo afirmó que la literatura equivale al pensamiento y "la guerra, a la barbarie". En el pabellón Carmen Martín Gaite, a la misma hora, los traductores hablaban de su oficio, no siempre reconocido, pero importante e imprescindible.
Lo cierto es que la feria es una fiesta y, aunque los pabellones se llenen, la mayoría del personal se dedica a recorrer las casetas, en busca de libros, de dedicatorias y de bolsas. Uno no es nadie en la feria si no se lleva a casa una bolsa. Apenas abierto el recinto ferial, ya había media humanidad con bolsas de EL PAÍS, llevándose los últimos Babelias o las estupendas postales que han hecho con portadas del suplemento.
Otra de las bolsas más solicitadas fue la de DeBolsillo. Incluía un enorme abanico, de esos imprescindibles en el calorazo del paseo de Coches del Retiro y dos catálogos, el de los libros de bolsillo y el general de grupo. DeBolsillo, de acuerdo con Tusquets, acaba de lanzar en pequeño formato 10 libros de Simenon / Maigret.
Menos popular y por eso muy preciada, la bolsa de El Acantilado, con sus típicos colores rojo y negro. El editor Jaume Vallcorba aún tiene escondidos bajo el mostrador de su caseta los ejemplares de un libro importante, que no quiere sacar hasta que se haya distribuido en las librerías de toda España: Para leer a Cervantes, de Martín de Riquer, que abre la biblioteca dedicada al humanista.
La gran noticia de la feria ayer fue que, por fin, fue a firmar Juan Goytisolo. El escritor no pisaba el paseo de Coches desde hacía 27 años, pero ayer abdicó de algunos de sus principios, porque quería echar una mano a sus "pequeños editores". Por la tarde firmó ejemplares de Telón de boca, el libro en el que anuncia que se retira de la narrativa y que ha sido publicado por El Aleph, y España y sus Ejidos, editado por una minúscula y emprendedora editorial, Hijos de Muley Rubio. Federico Utrera, su responsable, que ni siquiera tiene caseta propia sino una que comparte con otros pequeños editores, no cabía ayer en sí de satisfacción por la presencia de Goytisolo.
Firmaron también ayer Vicente Verdú (El estilo del mundo,) Rosa Montero, Luis Antonio de Villena, Ian Gibson, María Tena, Manuel Rivas, el incombustible firmador de siempre Antonio Gala y otros muchos autores. El veterano José Luis Sampedro casi se rompe la mano firmando ejemplares de El mercado y la globalización (Destino / Círculo de Lectores), un libro publicado el año pasado, lo que afortunadamente pone de manifiesto que no únicamente las últimas novedades triunfan en la feria.
Hubo ayer mucha gente en la feria, pero sin agobios. Se podía andar tranquilamente. El orden de las casetas, impulsado por el actual director de la feria, Antonio Albarrán, funciona. Y el público agradece cosas tan sencillas como los numerosos lavabos alegremente identificados con lectores / lectoras en tres idiomas: español, árabe y hebreo, los tres idiomas que van a marcar esta edición de 2003.
Babelia
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