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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La nueva imagen de Troya

En torno a la colina turca de Hisarlik, donde Schliemann descubrió las ruinas de nueve ciudades superpuestas, y entre ellas la Troya homérica, han continuado las excavaciones estos últimos veinte años bajo la dirección del arqueólogo alemán Manfred Korfmann. Si no han logrado ningún hallazgo muy espectacular -como habría sido, por ejemplo, un nuevo "tesoro de Príamo"-, sí que pueden ofrecernos una nueva imagen de la famosa ciudad iliádica. Han descubierto las dobles murallas y la extensión de esa Troya en la que Schliemann -y luego Dörpfeld y Blegen- habían excavado sólo su alta ciudadela. La ciudad baja, crecida a sus pies, aparece ahora diez veces más extensa. Ahora podemos imaginar Troya no como un alcázar de gruesos muros, sino como una población anatolia de unos doscientos mil metros cuadrados, populosa y próspera, con ocho o diez mil habitantes, en el borde noroccidental del imperio hitita, dominando el paso del estrecho del Egeo al Mar Negro.

TROYA Y HOMERO. HACIA LA RESOLUCIÓN DE UN ENIGMA

Joachim Latacz

Traducción de E. Gil Bera

Destino. Barcelona, 2003

427 páginas. 22 euros

Al tiempo que esas excavaciones de la zona próxima al Bósforo aportaban esos datos que renovaban la perspectiva sobre Troya, el desciframiento del hitita cuneiforme y con ello la lectura de la correspondencia del imperio hitita de mediados del segundo milenio venían a corroborar la importancia histórica de la región costera de Anatolia. En los archivos reales de Hattusa pudo leerse un amplio tratado entre el rey Muwatali II (1290-1272 antes de Cristo) y su aliado "Alaksandus de Wilusa" -Alexandros de (W)Ilios-. Y en los textos hititas aparecen otros nombres, como los de Taruwisa (¿Troya?) y Milawa(n)da (con seguridad la ciudad de Mileto). Otros textos nombran con respeto a los "Ahhijawa", gente guerrera que venía del otro lado del mar, y que resulta fácil identificar con los "Achaiwoi" o Aqueos de la épica homérica. El rey hitita invoca como "hermano" al rey de esos Ahhijawa, es decir, se dirige al poderoso soberano micénico como alguien de rango parejo al suyo y al del faraón egipcio. Recordemos que el priámida Paris lleva también el nombre de Alejandro en la Ilíada y que, desde luego, la relación política que se da entre el imperio de Hattusa y Wilusa-Ilio es la más apropiada a su contexto histórico. Troya estaba situada en un lugar muy estratégico. "Korfmann propone que la ciudad formaba la plataforma de apoyo del tráfico costero e isleño en el Egeo nororiental, como una especie de centro hanseático. Esas funciones y las posibilidades de aprovechamiento vinculadas con ellas representaban la fuente de su riqueza "fabulosa", siempre supuesta (¡hallazgos de tesoros!), pero, en especial, en la Edad del Bronce, claramente real".

Por otro lado, la lectura de las tablillas micénicas del silabario Lineal B y los restos de los grandes palacios, los de Cnosos, Micenas y Pilos, nos han dejado una idea bastante clara del poderío micénico antes de la destrucción brusca del mismo en el siglo XII. Así todo el marco geopolítico adquiere una enorme coherencia. Todos los datos procedentes de Anatolia, de Egipto y del ámbito cretomicénico se encajan en una imagen de evidente coherencia y dan una perspectiva muy precisa de la época en la que fue destruida la Troya de Príamo. (Es decir, Troya VI/VIIa, tomada y arrasada hacia el 1200 antes de Cristo). Y encajan admirablemente con la imagen del mundo aqueo y troyano que transmite, en sus moldes poéticos, la Ilíada. El poema homérico no trata de contarnos la guerra de Troya, sino un trágico episodio, la ira de Aquiles, en unos días del décimo año de asedio. Evoca el amplio marco histórico sólo como su horizonte de fondo, pero lo refleja con una sorprendente precisión en muchos detalles y en pasajes con muchas referencias arcaicas, como el famoso "Catálogo de las naves", cuyo origen micénico Latacz analiza de modo magistral. Esa precisa transmisión se debe al método formulario de la tradición poética oral, bien estudiada, que culmina en Homero, quizá ya escritor. A Homero, concluye el libro, "hay que tomarlo en serio".

Joachim Latacz, helenista

de Basilea, es el más famoso experto alemán en el mundo homérico. Sus libros y artículos sobre Homero son muchos e importantes. Recoge en una puesta al día una reflexión crítica y detallada de los avances en la materia troyana, resumiendo investigaciones de diversa procedencia. En un texto escrito para el gran público, no para los especialistas ni los filólogos. Sus explicaciones van dirigidas a los profanos, con espíritu didáctico y cierta contundencia germánica en las discusiones. Si bien los helenistas encontrarán aspectos sabidos y podrían saltarse algunas páginas, también ellos aprovecharán, sin duda, su información tan actual. (Y la presentación con claros esquemas y buenos mapas).

Anotemos, de paso, que la historia de Troya parece estar de moda. Casi a la vez se han traducido otros dos libros sobre el mismo tema: el de Michael Siebler, La guerra de Troya: mito y realidad, Ariel, 2002, y el de Dieter Hertel, Troya, Acento, 2003. El de Siebler es un estudio ameno y ágil, coincidente en su enfoque y conclusiones con el que comento. El otro, más escueto, es muy escéptico sobre los datos hititas y la identificación de Wilusa. Troya y Homero presenta la más actual y completa síntesis de esos progresos arqueológicos y filológicos, sólida referencia para largo tiempo.

La traducción española, correcta en general, resulta chocante cuando traduce con notoria torpeza algunos versos citados, sin recurrir a ninguna de las muchas versiones castellanas de la Ilíada. Y sorprende también encontrar "Elena", en vez de Helena, o nombres propios griegos muy famosos con acentuación errónea, como "pélida" o "átrida", por ejemplo.

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