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The Jesus and Mary Chain, la mejor banda que nunca logró reinar

El grupo formado en 1983 narra su ascenso, caída y redención en ‘Incomprendidos’, una historia oral que los lleva de su Escocia natal al éxito de la mano de Sofia Coppola

Los hermanos William y Jim Reid, integrantes de The Jesus and Mary Chain, en una fotografía promocional.
Los hermanos William y Jim Reid, integrantes de The Jesus and Mary Chain, en una fotografía promocional.Mel Butler
Xavi Sancho

La historia de rock está plagada de bandas que, en cierto momento, pudieron reinar, pero, por algún motivo, no lo lograron. The Jesus and Mary Chain, el combo formado en 1983 por los hermanos William y Jim Reid, es aquella banda que pudo reinar al menos media docena de veces y por media docena de motivos, pero jamás lo terminó consiguiendo. La suya es una historia hiperbólica, marcada por el ruido y furia. Desde sus afirmaciones hasta su música, pasando por, claro, todas aquellas veces en que estuvieron a punto de convertirse en el grupo más exitoso del planeta (el mejor lo fueron, al menos, en dos momentos de su carrera). Pero a diferencia de otras asociaciones, donde los motivos por los que merecían triunfar estaban claros, pero las teorías alrededor de porqué no lo lograron eran dispares, en su caso la lista de razones por las que no alcanzaron a ser la banda de post punk más importante de los ochenta ni el grupo de rock alternativo más grande de los noventa es larga y prácticamente consensuada, tanto por el público, como por la industria e incluso por los propios miembros del combo.

Más de 40 años después de su formación, los hermanos nacidos en Glasgow (William tiene 66 años; Jim, tres menos) se sentaron el pasado año a recordar su devenir junto al periodista Ben Thompson, quien, durante meses condujo entrevistas por separado. El resultado es Incomprendidos (Contra), una historia oral que arranca con su infancia en el seno de una familia de clase obrera en East Kilbride, al sur de la ciudad escocesa, y termina con una serie de lúcidas y dolorosas reflexiones sobre todo lo que fue y lo que pudo ser. “Mira, para mí, como estamos ahora es como mejor hemos estado”, interviene Jim Reid, el hermano que terminó cantando porque salió cruz y no cara, desde un hotel en Nueva York en plena gira del grupo. “Hoy todo funciona. Giramos porque tenemos ganas, hacemos discos porque nos apetece. Antes, salía de gira cuando sacabas el disco, era como una obligación. De golpe te veías otra vez en esa ciudad de mierda tocando ante esos mismos imbéciles cuando no tenías ningunas ganas de hacer eso, al menos, en aquel momento. Era como funcionaban las cosas para las bandas de nuestro tamaño. Hoy ya podemos decidir en qué momento queremos hacer cada cosa”.

En el relato, los fragmentos de William son más largos y narrativos. Los de Jim, más breves pero más rumbosos. Esta disparidad dota de un ritmo interesante al libro, sobre todo, porque permite ver en qué momento y con qué particular cada uno se siente más cómodo o, al menos, parece recordar más detalles. No hay maquillaje en Incomprendidos. No tendría sentido dotar de épica y romanticismo a una historia como la suya. Tener dos versiones, y ninguna descafeinada, de una historia así de maravillosa es una bendición.

The Jesus and Mary Chain, en un retrato promocional de 1989.
The Jesus and Mary Chain, en un retrato promocional de 1989.Pictorial Press / Alamy / CORDON

Su primer largo se lanzó en 1985 y se titulaba Psychocandy. No sonaba remotamente parecido a nada que se hubiera hecho antes. Era como si los Beach Boys y las Ronettes hubiesen grabado sus discos en una serrería y los hubieran mezclado en un taller mecánico. Era ruido y melodía cohabitando de la forma más salvaje posible. En aquellos años, miles de desubicados adolescentes alrededor del mundo recibieron en algún momento una cinta de manos del más raro de la clase con uno de los primeros discos de los Reid. Su música le dio sentido a todo lo que el mainstream de la época no alcanzaba a explicar.

Pronto se labraron fama de banda controvertida, bocazas y violenta. Declararon que ningún grupo jamás había sido suficientemente bueno como para tocar una hora seguida. Sus conciertos apenas duraban 29 minutos. Cuando llegaban al final, infinidad de veces debían suspenderse por peleas y altercados, tanto entre el público como entre el respetable y la banda, como incluso entre la misma banda. “No somos violentos”, afirma Jim Reid. “Era la música que sonaba violenta y eso hizo que gente pudiera venir a los conciertos pensando que aquello era una batalla. Mucha gente trató de pegarnos, rompernos. Aún no entiendo muy bien de dónde salió aquello de ir a vernos para pegarse, como si fuera un partido de fútbol. Pero no somos violentos, lo prometo. Somos más violentos entre nosotros que con otra gente, la verdad. Durante las giras nos queríamos matar, y hacia al final, lo intentábamos”.

El culmen de este constante paseo por el saldo salvaje de la vida tuvo lugar para los Reid en el House of Blues de Los Ángeles una noche de 1998, cuando sobre el escenario William atacó a Jim, que llevaba días sin dormir, intoxicado con cocaína y alcohol. El concierto se suspendió tras 15 minutos y la banda tardó nueve años en volver a juntarse. “Lo divertido es que William y yo no hemos hablado nunca de esa noche. Hemos discutido mil veces de otros temas y problemas, pero jamás de eso. Que se rompiera el grupo fue devastador para mí. Tras un par de años empecé a pensar si era necesario habernos separado. Poco a poco, las heridas fueron cicatrizando. Aún no sé exactamente las razones de la ruptura, aunque sospecho que William sí”, recuerda el menor de los hermanos. “Siempre he sido una persona muy tímida y mi única manera de poder subirme a un escenario era bebiendo y drogándome. Y así estuve más de una década. En el libro he tratado de recordarlo con sinceridad, pero sin celebrarlo, obviamente. No voy a esconder que hubo una fase en mi vida en que las drogas y el alcohol fueron clave en mi vida”.

Will y Jim Reid en una fotografía personal, incluida en el interior del libro 'Incomprendidos'.
Will y Jim Reid en una fotografía personal, incluida en el interior del libro 'Incomprendidos'.EDITORIAL CONTRA

En aquellos años noventa, los Reid vivían en un Londres que musicalmente eclosionó, primero, con el auge del rock alternativo; y luego, con el britpop. Mientras eso sucedía, ellos lanzaban un disco de rock electrónico (Honey’s Dead) y más tarde, en el momento de celebrar la Cool Britannia, su largo más americano (Stoned and Dethroned). Jim solo salía para drogarse en el Queen’s Head, el pub al lado de su piso en Kentish Town. A veces iba a ver una exposición, pero tras 15 minutos le daba ansiedad y volvía a los baños de su pub de confianza. Por su parte, William deba largos paseos en los que casi siempre se cruzaba con Shane McGowan, quien siempre le confundía con su hermano menor: “Jim, eres un genio”, le decía. William le daba un abrazo al líder de The Pogues y seguía su ruta. Las cosas iban regular. “Y encima surgieron Oasis. Dos hermanos que se pelean en nuestro mismo sello, Creation”, recuerda Jim. “Y la gente empezó a compararnos, cuando musicalmente no nos parecemos. Me dio rabia, mucha, pero jamás los odié. Lo juro”.

En 2003 se estrenó Lost in Translation. Dirigida por Sofia Coppola e interpretada por Scarlett Johansson y Bill Murray, fue un éxito planetario de ecos casi generacionales. En la emocionante escena final suena Just Like Honey, de su álbum de debut. Entonces, los responsables del festival Coachella empezaron a llamar a los hermanos con ofertas para que se volvieran a juntar sobre el escenario del evento californiano. En 2007 accedieron. Para la interpretación de Just Like Honey contaron con la colaboración de la misma Scarlett Johansson. Y a partir de ahí todo cambió. “Mira, nos lo habían ofrecido a los dos por separado y ninguno quiso decir que sí por miedo a quedar como un imbécil si el otro decía que no. Al final accedimos. Y bueno, para una banda que se ha pasado toda su carrera disparándose al pie, fue un interesante cambio de paradigma. Soy consciente de que mucha gente joven solo había escuchado aquella canción y, a día de hoy, tal vez tampoco se han acercado a ninguna otra canción nuestra, pero para nosotros fue vital. Aquí estamos”, recuerda Reid. “Pero, para mí, lo más importante que nos ha pasado jamás sigue siendo nuestro primer concierto. Acudieron seis personas. Pero teníamos un nombre, teníamos unas guitarras y teníamos unas canciones que tocamos. Ante media docena de personas. No había nada mejor que eso. Y jamás lo habrá”.

Portada de 'The Jesus and Mary Chain. Incomprendidos', William & Jim Reid.. EDITORIAL CONTRA

‘Incomprendidos’

William Reid y Jim Reid
Traducción de Ibon Errazkin
Contra, 2024. 320 páginas. 21,90 euros.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.
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