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Una masiva protesta exige en Francia la retirada de la reforma de pensiones

Toda la oposición política hace frente común con los sindicatos en contra del Gobierno

Ha llegado el momento de la verdad para el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin. Tres días antes del día previsto para aprobar la reforma de las pensiones, cinco sindicatos sacaron ayer a las calles de París a unas 600.000 personas (la mitad, según la policía) en la mayor manifestación registrada en la capital francesa después de la del Primero de Mayo de 2002 contra la extrema derecha. Toda la oposición política se sumó a la marcha de ayer, con un apoyo especialmente significativo por parte del líder socialista, François Hollande, quien exigió al Gobierno la retirada de la reforma de las pensiones y la enseñanza.

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Recién llegado de Canadá, el primer ministro tendrá verdaderas dificultades para sacar adelante las dos iniciativas por las que había apostado. La marea humana permaneció siete horas en las calles del sureste de la capital para mostrar su rechazo: "Educación sacrificada, pensiones amputadas, esto no puede durar", coreaban unos, mientras otros recomendaban al primer ministro: "Jubílate, cómprate una cabaña en Canadá".

Todos los mensajes gubernamentales apuntan al mantenimiento del calendario previsto. El Ejecutivo da por cerradas las negociaciones con los sindicatos, una vez realizadas las últimas concesiones a la CFDT, central de inspiración cristiana cuyo líder principal, François Chérèque, respaldó el plan del Gobierno. Salvo rectificación de última hora, ya no queda más que el debate en el Parlamento, donde el Ejecutivo cuenta con mayoría absoluta.

Pero la ruptura del frente sindical no ha parado el movimiento social. Las federaciones de funcionarios, banca y sanidad de la CFDT se hicieron ayer muy visibles para mostrar que el líder pactista no controla a los suyos. "El Gobierno se equivoca tratando con ligereza la movilización de los trabajadores", declaró Bernard Thibault, secretario general de la CGT -el principal sindicato-, en todo momento dispuesto a dejar la puerta abierta a un arreglo del conflicto si el Gobierno empieza retirando "esta reforma" y acepta "una verdadera negociación".

Muy similar fue el mensaje del líder socialista, François Hollande. Tras el recibimiento triunfal que el congreso socialista dedicó al líder de CGT, hace una semana, los contactos se han multiplicado entre la dirección sindical y la de los socialistas. Para Hollande, la protesta no fue sólo "un acto de resistencia" contra el Gobierno, sino el modo de exigir "reformas diferentes" a las del Ejecutivo. El Partido Comunista, Los Verdes y toda la extrema izquierda atacan al Gobierno en los dos frentes, pensiones y descentralización de la enseñanza.

El ministro de Asuntos Sociales, François Fillon, cree que la demostración de ayer no cambia los datos del problema. En ningún caso piensa ceder en el punto de que los funcionarios se equiparen a los trabajadores del sector privado: los que se jubilen a partir de 2008 habrán de cotizar 2,5 años más para igualar las 40 anualidades de contribución ya exigidas al sector privado. Después vendrá el alargamiento general de los periodos de cotización para todos: 41 años a partir de 2012 y 42 en 2020. La pedagogía del Gobierno incluye comparaciones con sus vecinos europeos, donde o bien se exigen más años de edad para jubilarse que en Francia, o bien es preciso un periodo más amplio de cotización. Pero la mayoría de los franceses duda ante tales razonamientos. Dos de cada tres ciudadanos simpatizan con los motivos alegados por los manifestantes, y algo más de la mitad está a favor de nuevas negociaciones entre el Gobierno y los sindicatos, frente a un 24% que invitan al Ejecutivo a mantenerse firme, según un sondeo del Instituto CSA conocido ayer.

En paralelo con la manifestación de París se celebraron otras. Una treintena de trenes y un millar de autobuses no fueron suficientes para transportar a todos los candidatos a manifestarse en la capital francesa. Para paliarlo se celebraron manifestaciones también en Marsella, Lyon, Montpellier, Burdeos, Toulon, Niza y otras. En los cortejos predominó el ambiente de cabalgata que suelen tener los actos sindicales en Francia, incrementado ayer por la presencia abundante de familias enteras y numerosos niños, como corresponde a una demostración popular en jornada dominical.

La pérdida del derecho a jubilarse a los 58 años -edad media del retiro en Francia- domina la mayoría de la sociedad francesa, por encima de los intentos del Gobierno en defensa de la racionalidad de su reforma. Las estimaciones sobre el ahorro que se introducirá con tales medidas tampoco les convencen. El Ejecutivo calcula en 43.000 millones de euros el déficit del sistema de pensiones en 2020, pero reconoce que la reforma planteada sólo aportará el 40% de esa cantidad (unos 17.000 millones).

Aspecto de la protesta que tuvo lugar en las calles de Burdeos. En primer plano, una manifestante porta una pancarta con la leyenda: "¡Escucha a la calle!".
Aspecto de la protesta que tuvo lugar en las calles de Burdeos. En primer plano, una manifestante porta una pancarta con la leyenda: "¡Escucha a la calle!".AFP

Sin aviones ni correo

Varios sindicatos han convocado huelgas de controladores aéreos para mañana, lo cual ya ha provocado la suspensión de dos tercios de los vuelos programados por Air France. Las perturbaciones probablemente afectarán a todo el tráfico aéreo con Francia y a los aviones que sobrevuelan este país en sus rutas europeas, como ya ocurrió los pasados 13 y 14 de mayo.

La vida de los residentes en Francia se verá complicada en multitud de sectores: Correos, France Télécom, hospitales y centros de enseñanza están igualmente invitados por los sindicatos a protestar contra las reformas del Gobierno. Estas presiones pretenden impedir el envío al Parlamento del proyecto de reforma de las jubilaciones y el aplazamiento o retirada del traspaso de 110.000 empleados de la enseñanza estatal a las regiones y entidades locales.

También hay preavisos de huelga en los ferrocarriles, el Metro de París y otras empresas a partir del lunes próximo, 2 de junio. Los dirigentes sindicales dejan entrever que esta vez podría tratarse de paros indefinidos, con ánimo de bloquear el funcionamiento del país, al estilo de las que afectaron gravemente a los servicios públicos en diciembre de 1995.

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