"Esta democracia da vergüenza"
Nuevo libro de Ferlosio (Roma, 1927). En Non olet (Destino), ha reunido distintos ensayos que tratan de economía. Por sus páginas desfilan las cuestiones más diversas -de la globalización a la publicidad, del mercado de trabajo a la cultura del ocio-, que va desmontando y analizando con su habitual lucidez, su socarronería, su vasta erudición y su fiereza.
"En un mundo de personas sin talento y talentos sin personalidad que parecen fabricados en serie, Ferlosio es una singular pieza de bienaventurada artesanía", escribe sobre él Savater en su autobiografía, en el capítulo Los grandes, de cerca. Ferlosio ha aceptado contestar unas cuantas preguntas por cuestionario. De las 11 cuestiones planteadas, el escritor ha respondido a tres (quién sabe si por falta de espacio).
Si, como apunta en su libro, "ya no se producen solamente los productos, sino también, al mismo tiempo, los consumidores", ¿qué queda de la libertad del hombre occidental que, al final, parece reducida sólo a su capacidad de elegir lo que compra?
"De esa libertad quedan las libertades 'políticas', como son las de opinión, edición y difusión, aparte del sistema electoral", contesta Ferlosio. "Es cierto que éste está hoy cada vez más inficionado por los modos mercantiles y publicitarios; hay ya poquísima distancia entre 'propaganda' (política) y 'publicidad' (comercial), si es que repartimos así el alcance de estas dos palabras: ya se dice que un partido 'vende' tal o cual programa. El gran sabio Max Weber remite el origen de esta 'comercialización' de la política a finales del siglo XIX y lo centra en los procedimientos electorales que se desarrollaron en Gran Bretaña y en los EE UU. En esta última nación se caracteriza especialmente la figura del boss: 'El boss es un empresario de tipo capitalista, que por su cuenta y riesgo proporciona votos', y un poco más abajo añade: 'El boss no tiene principios políticos fijos, carece por completo de ideología y sólo pregunta: ¿qué es lo que proporciona votos?'. Me parece que puede decirse sin temor a equivocarse que el imponente desarrollo que de entonces para acá han tenido los procedimientos publicitarios en la 'producción de consumidores' ha podido comportar un desarrollo paralelo en el sistema de 'producción de votantes'; y si en la propaganda política no puede haber alcanzado un grado de eficacia comparable, es porque en ésta los programas han de tener por lo menos un contenido aparentemente inteligible, aunque los meros eslóganes se acerquen a menudo mucho a la total asemia de los publicitarios; tampoco creo que la propaganda política pueda pagarse 'estudios de mercado' o 'investigaciones de marketing' tan refinados y costosos como los de las agencias de publicidad, y eso saldría ganando. Pero la democracia actual padece, a mi entender, una lacra bastante más destructiva que nada tiene que ver -directamente, por lo menos- con los vicios del mercado: las listas cerradas y la disciplina de voto. Esta democracia da vergüenza y las elecciones más".
Ferlosio habla también en Non olet sobre "el nuevo evangelio económico del consumo", que surge en una fecha concreta y está asociado a un nombre determinado. ¿Cree realmente que las actitudes de la gente corriente pueden "programarse" desde los laboratorios del poder? ¿No hay margen de maniobra?
"La fecha que le atribuyo a esa 'mutación': la de octubre de 1927, fecha de aparición del libro de Edward Cowdrick, The New Economic Gospel of Consumption, no podría ser más que simbólica, aun en el supuesto de que Cowdrick haya sido el primero en declararlo tan paladinamente y ya en el título mismo de su obra; sería de todo punto inverosímil pensar que fuese un repentino descubrimiento ex nihilo, sin que muchos empresarios no hubiesen advertido ya su conveniencia, o incluso su perentoria necesidad si tenemos en cuenta que la superproducción les venía ya atiborrando los almacenes de stocks de mercancías invendidas. Pero, como curiosidad, añadiré que, en esta misma cuestión de la 'producción del consumidor', hay, además, una sorprendente insinuación de clarividencia premonitoria nada menos que en Jovellanos: '...Si hay algún camino para establecer el equilibrio, no puede ser otro que el de la libertad, la cual, inventando objetos nuevos y agradables, sabrá anticiparse al gusto de los consumidores, y provocarlos, si puede decirse así, a la concurrencia y al consumo
El afán de ascender
El hipermercado, donde todo el mundo se abalanza a comprar, forma parte del telón de fondo de Non olet. La gente de las sociedades occidentales parece dominada por la compulsión de ascender cada vez un poco más en la pirámide social. ¿Ha sido sustituido el viejo conflicto radical de la lucha de clases por pequeñas disputas deportivas por ascender puestos en una suerte de liga social?
Ferlosio contesta: "La compulsión de ascender en la 'pirámide social', aunque yo no usaría una palabra tan fuerte como 'compulsión', sino 'deseo' o 'afán', es inmemorial. Ya en la antigua Roma se usaba la expresión de 'homo novus
' para el que sin pertenecer al patriciado o a la clase senatorial o simplemente sin tener antecesores en las magistraturas ascendiese, generalmente por méritos de guerra, a alguna de ellas (aunque no sé si lo digo con suficiente precisión). El término 'homo novus' no creo que llevase por sí mismo, necesariamente, una connotación despectiva -aunque algún patricio orgulloso de su abolengo pudiese usarlo con esa carga-, como sí lo llevaban 'parvenu' o 'snob'. Esta palabra procedía, como es sabido, de la anotación 'S. nob.' o sea 'sine nobilitate' en los libros de inscripción de las grandes universidades británicas, y la carga despectiva venía del hecho de que estos 'homines novi' solían preocuparse de amortiguar su humilde procedencia con un gran aparato ostentatorio de equipo y vestimentas caras. En la historia de Castilla, el primer medio de ascenso social fue -como pasaba en muchas partes- el de la guerra; una ley del año 1012, dada por el conde Sancho García, recogida en un documento posterior, lo había establecido de este modo: 'Fizo por ley e fuero que todo home que quisiese partir con él a la guerra a vengar la muerte de su padre en pelea, que a todos facía libres que no pechasen el feudo e tributo que hasta allí pagaban', donde 'libre' quiere decir 'no pechero', o sea exento de tributo. Pero en la baja Edad Media, y tanto en Castilla como en otras partes de Europa, el principal apoyo para el ascenso social vino del auge del poder real en rivalidad con la alta nobleza: privilegios o franquías tributarias para el fomento de la industria y el comercio, con la consiguiente urbanización, y constitución de los 'caballeros ciudadanos', equiparados a la 'nobleza menor', o sea los hidalgos de sangre. La intención deliberada del rey de despojar a la alta nobleza de sus vasallos y atraerlos a las ciudades reales está bien clara en una carta de Alfonso X al concejo de Escalona: 'Et los cavallerros que son vasallos de los ricos homes tengo por bien que non hayan parte [...] en ninguna franqueza
[sobre todo exención tributaria] de las que yo vos di por mios privilegios, mientre que sus vasallos fueren'. Así se formó, según Valdeavellano, 'la burguesía medieval'. No obstante, a pesar de este incremento de la 'movilidad social', el llamado 'Estado estamental' subsistiría aún por mucho tiempo, como demuestran las leyes suntuarias, que limitaban, por ejemplo, el uso del terciopelo a las clases altas. Finalmente diré hasta qué punto me ha llamado siempre la atención el famoso cuento de El gato con botas, que es la historia de un ascenso social totalmente sinvergüenza, cuando no delictivo, sin una sola palabra de censura moral".
Babelia
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