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Reconfortante capacidad de indignación

Destino, la editorial de Rafael Sánchez Ferlosio, ha publicado un pequeño opúsculo no venal, Boletín de guerra, con artículos del escritor sobre las guerras de Afganistán e Irak, pero por uno de esos tristes azares se han omitido dos, en los que reflexiona sobre el "triste y siniestro asunto de la isla terceira en el que intervino Aznar", lo que le tiene desconsolado. Tanto, que el director de Destino, Joaquim Palau, acabó prometiéndole que en un futuro próximo se publicará un libro con todos sus textos de guerra.

"Debió ser una intuición premonitoria, después de que la Junta Electoral haya prohibido que se hable de la guerra", dijo ayer Ferlosio en Barcelona, donde presentó su libro Non olet y también la edición revisada de Las semanas del jardín.

Lo de la guerra le lleva a mal traer. ¿Cómo que guerra? Y soltó un bufido: "No existió la guerra de Irak, sino el bombardeo de Irak. Es un asunto tan terrible esta nueva justicia americana que encorajina a cualquiera". ¿Y lo de la medalla de oro del Congreso estadounidense a Aznar? "Menudo cachondeo". "¿Y eso que dice Aznar de que es partidario de la paz y de que está en contra de la guerra? Pamemas". No hay duda: a sus 76 años, Ferlosio conserva una reconfortante capacidad de indignación. Cuando le preguntaron que qué futuro ve a todo eso, contestó: "No sé qué va a pasar, pero lo que pase, que pase pronto para que nos dejen tranquilos en el presente. El futuro no es necesario".

El escritor se encontró con la prensa en un almuerzo en el que él apenas comió nada y habló mucho, de su libro, de todo lo que le preguntaron y de todo lo que se le ocurrió. "¡Cómo me enrollo! No tengo límite ni contención". Acompañado de amigos como Carlos Trias, Javier Fernández de Castro o Ferran Lobo, empezó explicando la portada. Reproduce la mano de Judas que recibe las monedas por su "traición al Señor". "Judas se arrepintió, tiró las monedas y luego se ahorcó. En cambio, los escritores, ignorantes atrevidos como yo, aceptamos las monedas y luego decimos non olet".

Oportuno

Ferlosio cuenta en la segunda parte del libro la anécdota que le da título: Tito, hijo del emperador Vespasiano, le reprochaba a su padre el cobro de impuestos sobre las letrinas públicas. El emperador le acercó a su hijo el dinero de la primera recaudación preguntándole si le molestaba el olor, y al contestarle Tito "non olet" (no huele), le replicó "y sin embargo es producto de la orina".

Habla de muchas cosas el escritor en este libro, la globalización del mercado de trabajo, la mercadotecnia, la publicidad, la cultura del ocio, pero todo tamizado por el prisma económico. Así que tanto la anécdota como el título resultan de lo más oportuno.

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