Aralar, la apuesta legal de la izquierda 'abertzale'
Aralar se estrena en las urnas como única referencia válida de la izquierda 'abertzale' tras la ilegalización de Batasuna
Pese a tener apenas dos años de existencia como partido, Aralar ya aspira a acceder a las instituciones de Euskadi y Navarra como referente de la izquierda soberanista. La formación nacida como escisión de Batasuna suma 31 candidaturas municipales, a las Juntas Generales de las tres provincias vascas y al Parlamento navarro, casi 800 militantes que pagan cuotas de 12 euros mensuales y créditos por 240.000 euros, avalados por un centenar de simpatizantes, para poder realizar una campaña que les permita traspasar el "umbral de la invisibilidad". Su mensaje básico: sólo un camino que respete a todas las personas, todas las ideas y todos los proyectos garantizará la libre decisión de los vascos sobre su futuro.
"Aún no somos demasiado conocidos, es uno de nuestros máximos problemas", afirman sus dirigentes. Quienes ocupaban algún cargo público, como el abogado y parlamentario navarro Patxi Zabaleta, ahora su máximo responsable, lo abandonaron para evitar cualquier condicionante en la gestación del nuevo partido. Empezaron de cero y se marcan el reto de entrar en las instituciones aglutinando el mayor número posible de votos de la izquierda independentista. En cualquier caso, los resultados electorales no hipotecarán un proyecto que se perfila con mayor nitidez a medio y largo plazo.
Sus candidaturas presentan un alto porcentaje de independientes, un 90% de euskaldunes, están integradas preferentemente por varones y los candidatos tienen de 30 a 40 años de media. Tres mujeres, encabezadas por Aintzane Ezenarro, abren la lista por Getaria, una de las siete presentadas en Guipúzcoa. Aralar llega al 55% de los votantes vascos y navarros con listas en las cuatro capitales (Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Pamplona) y en otras 11 localidades navarras, tres alavesas y siete vizcaínas.
La formación pretende, evidentemente, recoger el voto de quienes creen que la izquierda abertzale debe cambiar de estrategia distanciándose nítidamente de ETA. Las amenazas, que se han vuelto frecuentes, no han doblegado la voluntad de candidatos y militantes. A sus actos de campaña han acudido ciudadanos nacionalistas de mediana edad, procedentes de la izquierda abertzale o desvinculados de ese mundo, pero que tienen en común su identificación con el novedoso discurso de Aralar. Los militantes de menor edad del radicalismo independentista no se han arrimado, aunque el interés del proyecto entre los más jóvenes se demuestra en candidaturas como la de Lodosa, en la que diez de sus once miembros tienen menos de 25 años.
A tenor de las encuestas, pueden ser Guipúzcoa y Navarra los territorios donde obtenga más respaldo. En Guipúzcoa, su apuesta es fuerte. La hegemonía de la ilegalizada Batasuna en muchos de sus municipios, como Zaldibia, no ha evitado que numerosas personas hayan trabajado para presentar una lista que ahora, disputando el municipio al PP y al PSE, aspira a ser la heredera natural de la izquierda soberanista. Esta situación se repite, con matices, en algunos municipios del Alto Deba, donde Aralar comprobará al detalle el apoyo social que consigue desgajar de una izquierda abertzale llamada oficialmente al voto nulo por los terroristas de ETA.
Si en Navarra y Álava la apuesta de Aralar es contribuir a desplazar del poder a UPN y PP, en Vizcaya y Guipúzcoa, el camino pasa, en primer término, por unir sus fuerzas a las de PNV, EA e IU (formación ésta con la que concurre en coalición en Oiartzun) para frenar las "agresiones antidemocráticas" del Estado. Aunque aún no reparte carnés del partido, sí trabaja con listas nominales de los militantes que pagan sus cuotas y participan democráticamente en la adopción de las decisiones. Su apuesta les permitirá conocer cuál es el apoyo que las sociedades vasca y navarra otorgan al camino de Lizarra, cuya refundación aspira a impulsar Aralar como futuro método de trabajo.
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