Viviendas de campaña
La campaña sirve para que los políticos ajusten sus prioridades a las preocupaciones de los ciudadanos, y eso explica que el tema de la vivienda haya entrado a formar parte de los programas de todas las candidaturas; porque es un problema que afecta muy especialmente a los jóvenes, cuyo voto se disputan los partidos con especial ardor, y porque es un asunto en el que están involucrados los tres niveles de la Administración.
El punto de partida es el encarecimiento de la vivienda a un ritmo que dobla la media de la UE y es el más alto de Europa. En 2002, la vivienda nueva subió el 14%, y la usada, el 18%. Una causa decisiva es el precio del suelo, y otra, el incremento exagerado de la demanda, a causa, entre otros motivos, del raquitismo del mercado de alquiler: sólo el 11,5% frente a una media europea del 32%. Los jóvenes recién incorporados al mercado laboral tienen enormes dificultades para encontrar casa: no la pueden comprar y no hay oferta de pisos de alquiler.
Todos los partidos presentan propuestas sobre esos dos aspectos del problema. El PP pone el acento en la liberalización del suelo, y los socialistas, en la promoción de suelo público para viviendas destinadas al alquiler. Los expertos consideran que sólo se logrará un descenso significativo si se invierte el criterio actual de que los ayuntamientos dosifiquen el terreno urbanizable: si se limitan a fijar las excepciones, destinadas a servicios públicos, y el resto del terreno que rodea a las ciudades se considera urbanizable. Pero los propios ayuntamientos se resisten a una medida que limitaría su poder y reduciría sus ingresos.
Respecto al alquiler, el PP ha aprobado incentivos fiscales al arrendador que se han revelado ineficaces para que salgan al mercado los casi tres millones de pisos vacíos que hay en España. La canalización del ahorro hacia la compra de pisos con fines especulativos se ha acentuado con la crisis de la Bolsa, por un lado, y los bajos tipos de interés, por otro. Hoy la vivienda supone en torno a dos tercios del total de activos de las familias españolas, y absorbe cerca del 50% del salario bruto medio, muy por encima del 33% que se considera deseable.
La otra cara del problema es la importancia de la construcción de viviendas en la economía española: creó uno de cada cinco nuevos puestos de trabajo en 2002 y absorbió cerca del 60% de la inversión. Una caída del sector, posible si los precios se estancaran, podría ser catastrófica.
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