El sueño de rebajar el fraude fiscal

La economía no está en su mejor momento, ni en la vida real ni en la campaña. Mientras la vivienda, el plan soberanista del lehendakari Ibarretxe o las listas de AuB llenan los discursos de los candidatos, las promesas fiscales, el futuro de la economía y el empleo son temas secundarios, meros actores de reparto.

El actual es un año malo. Los empresarios colocan la previsión de crecimiento económico en una horquilla de entre el 1,5% y el 1,8%, cuatro décimas porcentuales por debajo de los cálculos del Gobierno; en todo caso, lejos del 4% de finales de los años noventa. Y el crudo panorama se cierra con unos costes laborales hasta un 20% superiores a los del conjunto de España, una dura confrontación en la negociación colectiva y un parón en las exportaciones, lo que debilita la actividad industrial. Así las cosas, no abundan en los programas electorales las grandes promesas en empleo o en impuestos.

Todas las fuerzas políticas se apuntan a la formación en la lucha por mejorar las condiciones laborales

Los programas electorales hacen mínimas propuestas a los electores sobre política fiscal

Sí hay un elemento común: todos los partidos quieren potenciar la lucha contra el fraude fiscal, algo que vende bien. El escueto programa fiscal y de empleo del PNV-EA, que gobierna las diputaciones de Vizcaya y Guipúzcoa, hace del fraude fiscal una de sus claves. Esta lucha contra los que engañan a Hacienda, y de paso al resto de los contribuyentes, se enmarca dentro de su propuesta por luchar por la igualdad impositiva. Se insiste en que defraudar está mal y es un delito.

Los socialistas, que no gobiernan en ningún territorio, con un programa más amplio en lo fiscal, también apuestan por la lucha contra el fraude. A esta campaña se suma el PP, que gobierna en Álava y quiere mejorar los sistemas de inspección. Pero la apuesta contra el fraude no se concreta en los programas y se convierte en todos los casos en un deseo o una voluntad.

Pese a todo -entre ese todo, lo poco atractivo que es el mundo de la economía para el ciudadano medio-, si hay una competencia importante en las diputaciones forales esa es la fiscal, dada la plena capacidad normativa y de recaudación de impuestos derivada del Concierto Económico. La política fiscal, ya que la monetaria queda en poder del Banco Central Europeo, como en muchas ocasiones han mantenido los responsables de la haciendas, es el principal instrumento de política económica.

El repaso a los programas en esta cuestión da para poco. El del PNV-EA limita sus propuestas a poco más de una página y a la voluntad de facilitar las relaciones entre la Administración y el administrado. Ayer, más allá de los programas, el actual diputado general de Vizcaya, Josu Bergara, que no se presenta a la reelección, reconocía que la falta de mayorías suficientes en las diputaciones y el Gobierno ha impedido una política fiscal diferente y más innovadora en los últimos años.

El PSE-EE dedica más espacio al tema fiscal y recoge una serie de "compromisos" con los ciudadanos. Quiere disminuir los tipos de gravamen en el IRPF, acabar con la competencia fiscal desleal entre administraciones, subvencionar los libros de texto e incrementar las deducciones por vivienda habitual y enfermedad. El aspecto fiscal de la vivienda preocupa también a los populares, el partido con un programa fiscal más amplio. Mientras los socialistas sólo quieren incrementar la deducción por vivienda y suprimir la plusvalía en herencias, los populares piden directamente duplicar la deducción.

Las propuestas populares se enmarcan dentro del lema general del PP de "Menos impuestos". Los populares también quiere crear un Estatuto del Contribuyente, incentivar la compra de equipos informáticos, duplicar la deducción por alquiler de vivienda y rebajar el gravamen del Impuesto de Trasmisiones Patrimoniales. En la línea de lo mantenido por el Gobierno central, quieren favorecer a la familia numerosa y volverán a promover la deducción de 1.200 euros a la madres trabajadoras con hijos menores de tres años, medida que no lograron aprobar la pasada legislatura foral y que está en vigor en territorio común.

Si es escasa la presencia fiscal en los programas electorales, el empleo es una referencia que se encuentra en distintos epígrafes sin grandes concreciones. Todo el mundo se apunta a la formación y sólo los socialistas proponen la inversión pública como fórmula para crear nuevos puestos de trabajo.

En Euskadi los tiempos han cambiado, la tasa de paro ha descendido de cotas alarmantes y ya no es la primera preocupación. Los políticos pasan más tiempo asegurando que durante su mandato se redujo el paro al nivel actual que prometiendo nuevas rebajas. Con tasas de crecimiento del 2% se sigue creando empleo, pero no a los niveles de hace dos años. El paro en Euskadi alcanza al 9% de la población activa, según los datos del Eustat.