La ley de residuos crea en 11 años un sector con 600 empresas y 10.000 trabajadores
Los analistas en medio ambiente consideran que todavía hay gran potencial de crecimiento
La Ley de Residuos Industriales, aprobada por el Parlament en 1992, puso los cimientos de lo que ahora, 11 años más tarde, es un sector industrial en auge. La Junta de Residuos, un organismo que depende de la Generalitat, tenía registradas 567 gestoras en 2002, que según estudio de la escuela de negocios ESADE en 2004 emplearán a más de 10.000 trabajadores. De la vitalidad del sector da idea que en los cuatro primeros meses de este año, según datos del Registro General de Residuos, se han creado 38 empresas más.
Los beneficios que las empresas obtienen del reciclaje, la presencia de clientes que exigen una producción sostenible con el entorno y el hecho de que aún no se han explotado todas las formas de reciclaje posibles auguran, según varios economistas especializados en medio ambiente, que el sector continuará creciendo.
El estudio, encargado por el Departamento de Medio Ambiente a los profesores de ESADE Robert Tornabell y Bienvenido Visauta, es el primero en trazar un perfil económico de esta nueva industria verde. Según el estudio, el impacto económico de este sector se materializa en un Valor Añadido Bruto (VAB) -que resulta de restar a las ventas los costes de las materias primas y los productos semielaborados- de 613 millones de euros, un 2,23% del PIB industrial de Cataluña. Si se mantiene la tendencia, en 2003 el VAB alcanzará los 661 millones de euros.
10 millones de toneladas
El estudio constata que en este periodo se reciclaron casi 10 millones de toneladas de residuos, lo que representa más de la mitad de los desechos producidos. El porcentaje de materias valorizadas se halla en fase de incremento ya que, según la Junta de Residuos, sólo en 2001 se reciclaron 6,05 millones de toneladas de materiales derivados de los procesos de producción, 450.000 más que en el año anterior. La mayoría de estas gestoras se dedica al tratamiento de varios tipos de residuos, aunque algunas se han especializado en chatarra (20%), plásticos (8,8%), vehículos viejos (5,8%) y papel y cartón (4,7%).
El director de la Cátedra ESADE de Medio Ambiente, Robert Tornabell, destaca sobre todo el efecto positivo de la ley de residuos, que ha evitado que varias industrias, en especial las químicas, hayan trasladado su producción a países del Este de Europa y del norte de África. "En 1993 muchos economistas expresaron su malestar por una norma que creían que significaría la deslocalización de muchas empresas a países sin una legislación en materia medioambiental. Ahora hemos visto que no tenían razón", afirma Tornabell.Según Robert Tornabell, de la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE), "la creación de empresas gestoras de residuos ha facilitado que muchas industrias extranjeras ya no tengan que transportar sus residuos, la mayoría tóxicos, en trenes fletados hacia sus países".
Para Marta Roca, de la comisión de Medio Ambiente del Colegio de Economistas de Barcelona, la clave del éxito de este sector la tuvieron las grandes empresas, que fueron las primeras en observar el aumento en los beneficios que suponía la contratación de los servicios de las gestoras. "Estas empresas han permitido minimizar los residuos en el proceso de producción y generar materias reutilizables. Por ejemplo, una empresa que elabore accesorios para automóviles puede convertir los pedazos de las placas de acero que sobren en otras nuevas. Éstas podrán ser reutilizadas, eliminando la necesidad de adquirir más materia prima, o vendidas a otro fabricante", explica Roca.
A su vez, los beneficios también pueden obtener de fuentes indirectas, como el refuerzo de la imagen corporativa de la empresa, lo que se traduce en una mayor cuota de mercado, o bien en la previsión de riesgos, ya que llevando los residuos a una gestora se evitan las posibles sanciones administrativas por verter los residuos indebidamente o dañar el medio ambiente. El estudio de ESADE añade un dato más en esta dirección: los nuevos sistemas de fabricación, más respetuosos con el entorno, permiten que si se duplica la producción, los desechos resultantes sólo crezcan en un 1,6%.
Ayudas a las 'pymes'
Pese a las buenas expectativas de crecimiento del sector, Roca cree que el despegue definitivo no será posible si las pequeñas y medianas empresas no siguen la estela de las grandes corporaciones y gestionan los residuos que producen. "Está claro que estas empresas no disponen de tantos recursos como las grandes. Por este motivo, no será posible sensibilizarlas sin la ayuda de las administraciones, sobre todo en materia de formación e información". Además, los organismos públicos también deberán potenciar productos valorizados como el biodiésel, un combustible que resulta del reciclaje del aceite de oliva o de soja frito, y promocionar formas aún poco conocidas de gestión residual como la vitrificación. En definitiva, informar a las empresas y los consumidores para que cambien las viejas costumbres, más baratas pero más contaminantes.
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