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ELECCIONES 25M | Comicios municipales en Cataluña

Maragall compara al Gobierno de CiU con un grupo de propietarios que actúa en beneficio propio

El presidente del PSC dibuja un lóbrego paisaje del final del pujolismo

La campaña acaba de empezar, pero el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, Pasqual Maragall, está pisando el acelerador hasta el fondo. El paisaje que está dibujando de la última etapa del Gobierno de CiU, que ayer volvió a describir en Sant Feliu de Llobregat y Manresa, es desolador: comparó al Ejecutivo actual con un grupo de "propietarios y administradores" cuyo periodo "ha acabado". Y añadió: "No digo que no exista democracia, pero la han administrado unos señores que decían que representaban al pueblo de Cataluña y lo han hecho en beneficio propio".

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De acuerdo con su visión, la federación nacionalista está llena de "caciques" que acumulan "traiciones" de todo tipo -la más citada respecto a Cataluña es postergar la reforma del Estatut-, que están llevando la Generalitat a la bancarrota y no paran de "citar en vano" el nombre de Cataluña y de servirse de ella "en beneficio propio". Maragall aseguró que se le están acercando con simpatía muchos ex militantes de CiU y garantizó que buscará acuerdos con la federación nacionalista, pero sólo en asuntos de país, como el Estatut, la organización territorial y las infraestructuras.

Pese a la crispación que generan sus palabras, Maragall está eufórico. "En las calles y en las plazas se palpa que está a punto de empezar una nueva etapa", aseguró ayer en Sant Feliu de Llobregat, una de las pocas alcaldías que le quedan a Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) en el cinturón de Barcelona. Maragall encrespó a ICV -y provocó estupefacción en el PSC- al afirmar que el ex alcalde de la localidad Cesc Baltasar, que sigue en ICV, forma parte de su consejo asesor.

Al presidente del PSC se le nota tan seguro de su futura victoria que no para de hacer bromas con la gente, sin importarle al parecer el efecto que puedan tener en los ciudadanos. En su paseo de ayer por Sant Feliu, se cruzó con cuatro monjas, a las que saludó con una sonrisa de oreja a oreja y al despedirse les espetó: "¡Portaos bien, que de lo contrario no iréis al cielo!".

Antes había visitado un mercado municipal, donde repartió rosas y no tuvo reparo alguno en gastar bromas y gorrear cuanto le pareció: en una tienda, un dátil -después demostró poca puntería al tirar el hueso en una papelera del propio establecimiento-; en otra, un par de cerezas. Pero todo el mundo parecía encantado y Maragall vendía su optimismo a todos los que no acaban de creerse que esta vez los socialistas llegarán al Gobierno de la Generalitat. "Esta vez vamos a arrasar", insistía una y otra vez.

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