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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Listas sin concepto

Aznar ha conseguido una "primera consecuencia" de su total alineamiento con Bush en la guerra de Irak: que Estados Unidos incorpore a Batasuna y sus otras marcas (HB y EH) a su lista de "organizaciones terroristas extranjeras", que desde hace años ya incluye a ETA, algo que en sí mismo no justifica en absoluto el apoyo del Gobierno a la invasión de Irak. Powell firmó la orden el 30 de abril, la víspera de su visita a Madrid, pero el gesto no se hizo público hasta ayer, como regalo de Bush a Aznar a su llegada a Washington, y para evitar que estos grupos movieran el dinero que pudieran tener en cuentas en EE UU. La decisión prohíbe cualquier trato financiero, incluidas las donaciones, con Batasuna y la entrada de sus representantes en el país. Aunque la medida es más simbólica que práctica, es un grado más en la presión sobre la organización terrorista.

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EE UU decide incluir a Batasuna en su lista de grupos terroristas

La víspera, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Aznar sugirió la elaboración de una lista mundial de grupos terroristas como parte de un ambicioso plan de tolerancia cero. La propuesta no tuvo una acogida calurosa, hasta el punto de que el embajador británico vino a recordar que difícilmente se podía elaborar una lista cuando la ONU, pese a intentarlo desde 1972, carece de algo tan elemental como una definición acordada de terrorismo.

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Una cultura común, como hay en la UE o con EE UU, puede llevar a compartir una definición de lo que constituyen "delitos de terrorismo", especialmente porque son más reconocibles cuando actúan en, y contra, sistemas democráticos. Pero no hay un concepto universal del uso del terror con fines políticos. Aznar considera que el terrorismo es uno solo y que "no hay terrorismos domésticos y terrorismos internacionales, viejos y nuevos, de primera y de segunda". Ésta es una lectura simplista de la historia. Una etiqueta que englobe a todas las formas de violencia política no ejercidas desde los Estados sirve más para confundir que para aclarar. Crea por amalgama el fantasma de un nuevo enemigo que podrá dar pie, como reacción, a políticas de restricción de libertades o a una guerra preventiva, sin ir más lejos.

En el momento en que España preside el Comité de Lucha contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad, creado a raíz del 11-S, se echan en falta referencias por parte de Aznar a las causas que alimentan estos fenómenos y que en ocasiones tienen que ver con la violencia que a su vez practican algunos Estados ilegítimos. Entre las medidas propuestas, plantea la creación de un mecanismo institucional para dar voz en la ONU a las víctimas del terrorismo, pero no a quienes sufren otras formas de violencia muy próximas, como son las múltiples víctimas civiles, colaterales, del Ejército israelí contra los palestinos. "El terrorismo es asunto de todos", como afirmó Aznar. Sin duda es imprescindible la cooperación internacional para combatirlo. Pero ni todos los terrorismos son iguales ni se combaten con los mismos instrumentos, ni hay que creer ahora que la lucha contra ETA se resolverá en la escena mundial.

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