La Red documenta con todo detalle el drama del museo perdido de Badgad
Varias páginas tratan de reconstruir el catálogo del centro para recuperar obras desaparecidas e impedir su tráfico - Retrato de los principales tesoros - Fotografías y vídeos del estado de las salas saqueadas
"Las tormentas se agrupan para golpear como un diluvio. /Para derrocar los decretos de Sumer/ Para encerrar el reino en su morada/ Para destruir la ciudad, para destruir el templo". Estas líneas de hace 4.000 años que abren la Lamentación por la destrucción de Sumer y Ur parecen escritas para el Irak actual. Sólo que esta vez la destrucción no ha venido de la mano de los grandes dioses An, Enlil, Enki y Nimah como en el viejo texto mesopotámico, sino del puño de acero de Estados Unidos. El diluvio de fuego que ha caído sobre la antigua tierra de los dos ríos, cuna de la civilización, se ha llevado por delante no sólo vidas, sino también una considerable porción de pasado.
El brutal saqueo del Museo Nacional en Bagdad se ha convertido en el símbolo de la destrucción de tesoros de la tierra que alumbró a Sumer, Akad, Babilonia y Asur, y en la que se desarrollaron los progresos fundamentales de la historia del género humano, como la agricultura, la escritura y las ciudades.
La mitad de su colección de cerca de 170.000 piezas se da por desaparecida -destrozada o robada- y sus salas son hoy tristes páramos sembrados de restos, como si una maldición hubiera invertido el paciente trabajo de los arqueólogos devolviendo los tesoros a la fragmentación, el polvo y el olvido del que fueron trabajosamente rescatados.
Mientras algunas afortunadas piezas van retornando -como ha informado desde el mismo museo el corresponsal de este diario Guillermo Altares- y otras se disuelven en la larga noche del comercio ilegal, para documentar el desastre y paliarlo en lo posible han surgido, en medio de la confusión, varias iniciativas en Internet. Una página sensacional, en inglés, The 2003 Irak War & Archeology Archive, ofrece una copiosísima lista de artículos periodísticos de todo el mundo, organizados cronológicamente, sobre el saqueo del museo y el vía crucis del patrimonio iraquí.
La página incluye impactantes fotos del museo en las fechas inmediatamente posteriores al asalto de los bárbaros y de los aprovechados en busca de negocio, cuyo botín abandonó rápidamente Bagdad, para discurrir hacia los circuitos más turbios del comercio de antigüedades.
Estancias devastadas
También ofrece esta página vídeos que permiten recorrer, sobre una alfombra de arte hecho añicos, las estancias devastadas y escuchar los testimonios de los desolados funcionarios del museo. Por su parte, la página del Bagdad Museum Project es una de las iniciativas surgidas en la red para salvar el centro. Junto a un estado de la cuestión (material y legal), se aportan ideas como la de una reconstrucción virtual en 3D de las salas.
Imprescindible, la página de The Art Newspaper sobre el saqueo del museo bagdadí propone una base de datos del centro para recomponer en lo posible la memoria perdida y proteger sus dispersas pertenencias.
La página, recomendada por el prestigioso orientalista español Gregorio del Olmo, recoge varios centenares de obras maestras del museo, con la correspondiente ilustración fotográfica, procedente del único catálogo detallado del centro, Treasures of the Iraq Museum, del doctor Faraj Basmachi (para una visión más pormenorizada de objetos perdidos, con fotos estupendas, aunque no tan sistemática, véase la página al respecto del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago).
El recorrido virtual por los objetos, agrupados como en las salas y los corredores del museo (prehistoria, civilizaciones sumeria, acadia, asiria, hatreno-parta, seléucida e islámica), es la mejor manera de entender la abismal significación del saqueo. Obra tras obra maravillosa, aparecen ante los ojos estatuas de dioses y reyes de Uruk, Eridu, Lagash... una en diorita del célebre Gudea, otra en basalto de Dudu, el famoso escriba sumerio; la lira de Ur, procedente del cementerio real; el maravilloso casco de oro del rey Meskalamduq -de más de un kilo- de la misma necrópolis; dagas de oro; los bronces de Ur-Nammu; leones acadios del templo de Tell Harmal; el dios Enlil de Nippur; la tablilla con el código legal de Eshnunna, anterior al de Hammurabi; los grandes relieves asirios de Khorsabad; la Mona Lisa de Nimrud... La visión de todos esos tesoros agredidos, cuya suerte ahora hay que ir desentrañando, hace que a uno casi se le salten las lágrimas.
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