A la fértil sombra de Mamet
Mientras Hollywood sigue indigestando, cuando no envenenando, los ojos de la gente con su opulenta pero vulgar y embrutecedora chatarra de seudocine de ver y olvidar, el humilde y eminente cine independiente estadounidense sigue mirando de frente a las glorias y las amarguras de la gente que pisa su tierra y da frutos tan comestibles y vivos como esta Vidas contadas, que está a punto de ser cine importante, pero que no llega a serlo plenamente porque carece de algo indispensable para ser una película de rango superior, ya que su buen guión y las buenísimas interpretaciones que lo sostienen están demasiado -y esto crea fatalmente un grave desequilibrio formal- por encima de la realización. Ésta es correcta y no cae en amaneramientos, pero es algo alicorta y reduce el vuelo del trenzado de los tipos, la precisión de las situaciones y la luz de los esclarecedores juegos de réplicas.
VIDAS CONTADAS
Dirección: Jill Sprecher. Guión: Karen y Jill Sprecher. Intérpretes: Matthew McConaughey, Alan Arkin, Amy Irvin, John Turturro, David Connolly, Barbara Sukowa. Estados Unidos, 2003. Género: drama. Duración: 94 minutos.
Y habrá en tiempos futuros que olvidarse de Hollywood y acudir al cine independiente americano para saber algo de lo que fue la vida en esta tierra. Dice Turturro a un alumno: "¿Por qué quieres ser médico?". "Para ayudar a la gente". "¿Cómo?". "Manteniéndolos vivos". "¿Y a eso tú le llamas ayudarlos?".