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Una grieta de libertad

Desde siempre, Marc Recha es consciente de que su cine no convoca a masas; tampoco pretende que lo haga. "Mi cine es muy pequeño", repite el director. "Sé que puedo correr el riesgo de ser vapuleado y aplastado, pero, aun así, lo hago sin ninguna voluntad comercial o de entrar en el circuito masivo", añade. Así, el cineasta anuncia que, en principio, Las manos vacías se estrenará solamente en España y Francia en versión original, "y aquí nos quedamos".

La película, cuyo guión firma el mismo Recha, está rodada en catalán y francés. Cada actor habla en su lengua, y en el caso de Eduardo Noriega utiliza un correctísimo catalán, aprendido en clases particulares, con sus compañeros de equipo, y en sus paseos de incógnito por Can Serra, el barrio de L'Hospitalet de Llobregat donde nació Recha y de donde se supone que procede Gérard, su personaje.

El director admite ser un privilegiado por tener la oportunidad de hacer el cine que le interesa, aunque tampoco se siente liberado de condicionantes por completo. "Hago lo que puedo y lo que me dejan, que ya es bastante", comenta, sabedor de que la industria también tiene sus reglas, y de que casi nadie está dipuesto a perder dinero, ni siquiera en nombre de la creación. "Tengo una pequeña grieta de libertad que por ahora me ha permitido el engranaje industrial, y considero que eso ya es mucho", sintetiza el director.

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