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Portaceli lamenta la destrucción de la idea de la recuperación

El arquitecto valenciano responsable de la intervención, Manuel Portaceli, se mostró ayer triste ante la noticia de los planes de derribo, después "de 10 años padeciendo, de tanto esfuerzo". Esperaba que la resolución final no fuera tan agresiva, pero quitar las gradas y tirar el muro es "deshacer la idea, el concepto de la intervención". Además, se sienta un precedente muy peligroso para la arquitectura, pues difícilmente se podrá acometer cualquier restauración siguiendo al pie de la letra la sentencia. Recuerda que la obra se hizo sobre una falsa ruina. Si se desmontan las gradas "no quedará más que la mampostería de los años sesenta".

Portaceli insiste en que ha faltado voluntad política para defender el proyecto, a diferencia de lo sucedido, por ejemplo, con el proyecto de Rafael Moneo de ampliación del Museo del Prado, que ha provocado una reacción contraria utilizando argumentos similares, pero que sin embargo se ha llevado adelante. También considera imposible que en seis meses se pueda ejecutar la sentencia con rigor.

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Por su parte, Giorgio Grassi ha vivido como "una pesadilla" la sentencia que obliga a demoler la restauración, que él proyectó con Portaceli. En una entrevista que concedió a EL PAÍS en agosto pasado, el prestigioso arquitecto italiano consideraba "irracional" la decisión de derribar su obra, "una de las más importantes" de su carrera, y señalaba que toda la polémica en torno a la rehabilitación ha tenido "un porcentaje de estupidez muy alto". Ante la posibilidad de una demolición parcial contestaba: "Le digo con franqueza que preferiría que derribaran todo en lugar de manipular mi obra. Mi miedo es que la obra se convierta en algo absurdo", por eso prefería "borrarla". Y lo explicaba así: "La demolición completa es una toma de responsabilidad de los políticos, mientras una modificación de la obra tendría en sí misma un aire de justificación. En este sentido, mejor borrarla del todo".

En defensa del proyecto sacaba a relucir el sentido común y el sentido práctico: "Es algo que está ahí, que contiene un valor en sí, quizá no para todos, pero es un valor y no se comprende por qué habría que renunciar a este valor". Por eso, decía Grassi, los saguntinos están en contra de la demolición, porque son "gente práctica".

Grassi lamentaba la "estúpida" insistencia en echar abajo su trabajo sin que la Administración haya discutido nunca el asunto con los autores de la rehabilitación. "Nunca nos han llamado, es como si no existiéramos, como si nos olvidaran por considerarnos culpables", señalaba. Lamentaba también que la Generalitat no se haya planteado la posibilidad de discutir la culminación del proyecto, que quedó inacabado, y que haya "abandonado" el teatro como "algo que no se puede mostrar, como si fuera un pecado".

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