Fernández Díaz: "Hay que privatizar el zoo"

Privatizar empresas municipales, impuestos más bajos y menos tasas. Es la combinación que defiende Alberto Fernández Díaz, candidato del Partido Popular a la alcaldía de Barcelona, para aligerar la presión fiscal de impuestos y tasas municipales, por una parte, y aumentar los ingresos para las arcas municipales, por otra.

El candidato popular asegura que afronta la convocatoria con ganas y convencido de que las urnas del 25 de mayo no reflejarán el rechazo ni las movilizaciones vividas en Barcelona contra la guerra de Irak y contra la postura del Gobierno de José María Aznar.

El argumento del Partido Popular, sobre todo en la campaña electoral municipal, de proponer una rebaja de impuestos no es nuevo. Pero ayer, Fernández Díaz le añadió una propuesta: "Si los impuestos como el IBI [impuesto de bienes inmuebles], el de vehículos, las plusvalías, y las tasas como la de la grúa o las zonas azules se han convertido en elementos de recaudación pura y dura, lo que hay que hacer es buscar otras fórmulas que no recaigan en los bolsillos de los ciudadanos". Y una forma es, a juicio del candidato del PP, desarrollar un plan de privatizaciones que afectaría a equipamientos municipales, como el zoo, y a empresas como la funeraria o la que gestiona y explota los aparcamientos, la antigua Sociedad Municipal de Aparcamientos absorbida por la sociedad Barcelona Servicios Municipales.

"El reto de la ciudad es diseñar las infraestructuras para el año 2010"

"El Ayuntamiento necesita también una alternancia, como el Gobierno catalán"

Varias ideas fueron recurrentes a lo largo del debate mantenido ayer en EL PAÍS con el candidato del Partido Popular. Una, la defensa de Fernández Díaz de que Cataluña y Barcelona están viviendo una de sus mejores épocas en cuanto a inversiones del Estado: "En siete años se ha multiplicado por cuatro el ritmo inversor". Su apreciación es que los "males" que sufre la ciudad son fruto de la falta de entendimiento entre los dos lados de la plaza de Sant Jaume, entre el Gobierno catalán y el Ayuntamiento. "De la misma forma que hace falta un cambio en el Gobierno catalán, también es posible la alternancia en el Ayuntamiento de Barcelona" afirmó. Vino a expresar que la labor de transformación de la ciudad -poner orden en el caos del urbanismo de la época franquista- realizada bajo los mandatos socialistas ha sido buena hasta los Juegos Olímpicos, pero que ahora es preciso un cambio y que el PP tiene mucho que decir en ese cambio sin pactar con nadie, en alusión a la posibilidad de aliarse con CiU en función del resultado de las urnas.

Otra idea: Barcelona tiene que empezar a pensar en las infraestructuras de 2010 porque en ello le va su futuro, y porque Fernández Díaz ya da por hecha tanto la llegada del AVE como la construcción de la estación de la Sagrera y la ampliación del aeropuerto. "Eso ya está. Ahora hay que empezar a diseñar la estrategia de futuro, y eso quiere decir definir un modelo metropolitano, por una parte, y otras infraestructuras, como la línea de alta velocidad de mercaderías o la ampliación de la red de carreteras".

El candidato del PP dijo que la comparación entre Madrid y Barcelona no lleva a ninguna parte. A su juicio, ambas capitales deben ser complementarias y, en todo caso, Barcelona tiene que mirar su futuro como eje del mediterráneo. También tiene claro que en el turismo está, en buena parte, el futuro del desarrollo económico de la ciudad: "Hay que potenciarlo más y mejor. Representa el 20% del producto interior bruto de la ciudad y genera una actividad que trasciende a la propia Barcelona". Es más, en su opinión, el Fòrum 2004 tiene que servir para incrementar más la proyección internacional de la ciudad.

Cuestiones que preocupan especialmente al PP son la seguridad y la inmigración. "No queremos hacer una asociación entre ellas, pero lo que no se puede negar es el incremento de detenidos y presos que proceden de otros países", señaló. Y también reivindicó la gran Barcelona, un gobierno metropolitano y un nuevo plan general metropolitano "que seguramente supondrá el fin de que a cinco kilómetros de Barcelona se planten espárragos".

Sobre algunos aspectos importantes, como la Carta Municipal, pasó casi de puntillas. Se declaró firme defensor de ella, pero también de que las ventajas no deben ser exclusivas para Barcelona.