El último chocolate
Pujol asegura que "no es el último año de nada", aunque le quedan sólo ocho meses como presidente
Profesional antes que nada, Jordi Pujol dedicó ayer la fiesta de Sant Jordi, la última que celebra como presidente de la Generalitat, para luchar contra la idea de fin de reinado y de cambio político que se extiende en Cataluña. "No es el último año de nada", aseguró ante los periodistas en un momento de la recepción celebrada en el Palacio de la Generalitat.
Pero sí es su último año como presidente y la de ayer fue una de tantas despedidas que Pujol vive a lo largo de esta legislatura. A eso se refirieron los líderes políticos de todos los partidos y de eso se hablaba en los corrillos de la recepción oficial con motivo de la festividad del patrón de Cataluña, que coincide con la onomástica del presidente. El Gobierno catalán lo subrayó al invitar a una cantidad más grande que nunca de representaciones sociales, económicas y políticas al tradicional desayuno de chocolote con bizcochos en el Pati dels Tarongers.
La cola de los invitados, unas 3.000 personas, llegaba desde la plaza de Sant Jaume hasta casi la Via Laietana y el interés compartido por todos era el de participar en el último de estos desayunos con Pujol como presidente. El líder de los socialistas catalanes, Pasqual Maragall, a quien los sondeos otorgan en la actualidad casi 10 puntos de ventaja en la carrera para la presidencia, fue lacónico a la hora de valorar el momento. Se limitó a dar a entender que la celebración se mantendrá aunque haya cambio de presidente de la Generalitat y de partido gobernante: "El Sant Jordi del año que viene volveremos a estar aquí", dijo.Maragall se marchó pronto y sin haber saludado a Pujol.
Y aunque Pujol asegurara que todavía le queda trabajo para hacer como presidente hasta fin de año, algunos de sus rivales estaban muy interesados en hacerle pasar ya a la historia. Entre ellos el ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, que encabezará la candidatura del Partido Popular (PP) en las próximas elecciones autonómicas. Pujol será, auguró el ministro, una personalidad que "formará parte del patrimonio de todos los catalanes, como lo es hoy el presidente Tarradellas o en su momento Prat de la Riba".
Parecido punto de vista adoptó el secretario general de Esquerra Republicana (ERC), Josep Lluís Carod, al comentar que ha llegado la hora de expresar un "reconocimiento" por la "trayectoria personal y política" de Pujol. Pero, a diferencia de Piqué, Carod destacó también que Pujol "deja un mal sabor de boca" porque en sus últimos años, desde 1996, "se ha equivocado al elegir un aliado que es el que menos conviene a Cataluña, que es el PP".
Pujol, que no hizo ninguna concesión al sentimentalismo de las despedidas, dio otra prueba de profesionalidad al intentar deshacer la imagen de aliado del PP. Aunque al precio de reconocer sus fracasos. "Conmigo, con el presidente de la Generalitat, esta gente no ha querido negociar nada. No he podido hablar ni de las placas de las matrículas de los coches". Este hecho precisamente lo ha calificado el presidente de Iniciativa Verds, Joan Saura, como balance "contradictorio" de la larga etapa del Pujol presidente que enfila ya sus meses finales.
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