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GUERRA EN IRAK | Las protestas

Doce personas mueren en la protesta contra el nuevo gobernador de Mosul

Enfrentamiento entre tropas estadounidenses y francotiradores ocultos en una manifestación

Juan Carlos Sanz

Cinco días después de su caída en manos de fuerzas de EE UU, Mosul -la principal ciudad del norte de Irak con más de un millón y medio de habitantes- estalló ayer en una sangrienta revuelta. Doce manifestantes murieron y más de cien resultaron heridos en el intenso tiroteo que se registró en la plaza del Gobierno provincial entre soldados estadounidenses y grupos de francotiradores ocultos entre miles de personas que protestaban contra el nuevo gobernador árabe, según informaron sobre el terreno periodistas de las agencias Efe y France Presse.

El mando central de la coalición aseguraba anoche no tener conocimiento de los hechos.

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Como el mismo Irak, Mosul es un complejo crisol étnico en el que conviven árabes, kurdos, turcomanos y cristianos. En la primera noche tras la salida de los soldados del 5º Cuerpo del Ejército iraquí, que abandonaron el viernes la guarnición sin ofrecer resistencia, se contabilizaron más de 20 muertos y unos 200 heridos en enfrentamientos armados entre grupos de la comunidad árabe, que aglutina a dos tercios de la población de la ciudad, y de la kurda, que representa una cuarta parte de la población, apoyada por grupos armados llegados del Kurdistán para dedicarse al pillaje. Mosul es también un bastión de los grupos integristas islámicos que rechazan de plano la ocupación de la ciudad por tropas norteamericanas.

Antes de que estallara la revuelta de ayer, un consejo de líderes de los diferentes grupos étnicos y religiosos de Mosul se había reunido en el palacio de Gobernación para designar un gobernador provincial interino, en una sesión a la que también asistió el jefe de la fuerza militar estadounidense que controla la ciudad. El prooccidental Mushan al Yuburi, dirigente de la oposición árabe al régimen de Sadam Husein, fue elegido para el cargo.

Los testimonios recogidos entre víctimas del tiroteo ingresadas en el hospital coinciden en señalar que la protesta popular se desencadenó ante el tono favorable a EE UU del discurso que pronunció el nuevo gobernador desde el balcón del edificio. "Al Yuburi decía que todos los suministros, el agua, la electricidad, iban a ser restablecidos inmediatamente, y que gracias a los norteamericanos habría democracia", declaró un testigo a France Presse. Otro de los manifestantes presentes en la plaza del Gobierno provincial explicó que en ese momento todos empezaron a corear al unísono: "Sólo Alá es dios y Mahoma su profeta" y "no habrá democracia hasta que se vaya Estados Unidos".

Varias decenas de soldados estadounidenses, equipados con vehículos blindados, recibieron, al parecer, los primeros disparos de francotiradores apostados en tejados y casas cercanas, así como ocultos entre la masa de manifestantes, antes de abrir fuego de forma contundente. Como reconocía ayer en Erbil, la capital del Kurdistán autónomo, Miguel F. Rovira, enviado de la agencia Efe al norte de Irak, Mosul es una ciudad peligrosa. Tras haber presenciado los incidentes de la plaza del Gobierno provincial, relató que el fuego cruzado entre soldados de las fuerzas especiales de EE UU y los grupos de francotiradores locales fue muy intenso y se prolongó durante unos diez minutos. En varias pasadas rasantes, un caza estadounidense sobrevoló después la ciudad a muy baja altitud.

Después del tiroteo, varias ambulancias comenzaron a trasladar a los heridos hasta centros sanitarios, mientras grupos de manifestantes seguían desafiando a cierta distancia a las tropas norteamericanas. El doctor Ayad al Ramadani aseguró a la agencia France Presse que en el servicio de urgencias del principal hospital de Mosul había "tal vez unos cien heridos y de 10 a 12 muertos".

Este nuevo episodio sangriento registrado en Mosul después del fin de las hostilidades es un claro ejemplo de las grandes dificultades que van a tener que afrontar las fuerzas de la coalición para instalar la normalidad en medio del caos en que se halla sumido el país.

Un <b><i>marine</b></i> acompaña a un policía iraquí en una patrulla conjunta a las afueras de un hospital de Bagdad.
Un marine acompaña a un policía iraquí en una patrulla conjunta a las afueras de un hospital de Bagdad.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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