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El PPE quiere que la reforma de la UE se someta a referéndum

Aznar defiende que la economía y la relación transatlántica son la clave

El Partido Popular Europeo pretende que la reforma de la Unión Europea para adaptarla a la ampliación a 25 o más países se someta a referéndum el día de las próximas elecciones europeas, en junio de 2004. Se trataría de "despejar cualquier duda respecto al respaldo de los ciudadanos" a la nueva Constitución europea. Al presentar esta propuesta, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, defendió que la economía -"hay que crecer más"- y la relación transatlántica son los ejes clave de la Europa del futuro.

Si el PP sigue en el Gobierno en junio de 2004, las elecciones europeas tendrán en España dos urnas: una para elegir al mayor Parlamento Europeo de la historia de la UE y otra para ratificar en referéndum el nuevo Tratado de la Unión, que quiere ser el segundo Tratado de Roma. Esta propuesta española ha sido asumida por el Partido Popular Europeo y fue presentada ayer en Madrid en un acto que clausuró José María Aznar, presidente del Gobierno español. En algunos países ese referéndum es obligatorio.

"Lo estamos proponiendo en la Convención para dar legitimidad interna a la nueva Constitución europea", asegura Jorge Moragas, responsable de asuntos internacionales de la dirección del PP. Lo óptimo, según los populares, es que los 25 países asuman ese referéndum, toda vez que esa nueva Constitución tendrá, en algunos aspectos, una carácter superior a la de cada país. Si el calendario se cumple, además, estaríamos hablando de un segundo Tratado de Roma, pues el objetivo es que lo apruebe la Conferencia Intergubernamental antes de fin de año, es decir, durante la presidencia italiana de la UE.

Aznar no hizo referencia expresa a este referéndum, aunque asumió como propio el documento del PPE que lo defiende. El jefe del Ejecutivo optó por defender las grandes líneas que él querría que tuviera la Europa del futuro. Defendió, en primer lugar, la economía como motor imprescindible de Europa si quiere contar en el mundo. "Sin crecimiento sostenido, la Unión acabará siendo una utopía empobrecedora y absolutamente decadente", declaró.

"Cuantos más esfuerzos dediquemos a construir otras políticas descuidando el factor básico económico, menos posibilidades tendrá Europa de ser un actor básico en la escena internacional", porque "una UE sin crecimiento y con tendencia al estancamiento o a la recesión corre el riesgo de perder relevancia", añadió Aznar. Enseguida defendió que la economía es "competencia de los Estados miembros", aunque con "instrumentos de coordinación de determinadas políticas".

El segundo eje clave de esa Europa del futuro es, para Aznar, la "relación transatlántica". Pretendió un juego de palabras sobre quién está aislado y qué islas son importantes, que quedó como un trabalenguas. Tras la broma, calificó como "tarea continental" el esfuerzo para enlazar Europa y Estados Unidos. Es decir, no debe ser un privilegio de "dos o tres países por su historia en común". Según Aznar, sólo "una minoría muy miope" de insensatos "no querrá mantener, al menos, la cordial relación que Europa y EE UU han mantenido en el siglo XX".

Sobre la construcción de la nueva Europa, recordó que él no es "federalista", sino "intergubernamentalista"; apostó por la fórmula de mayorías cualificadas, en vez de unanimidad, para la toma de decisiones, y defendió que la nueva UE tenga un presidente del Consejo Europeo estable en lugar de las presidencias rotatorias cada seis meses. "Hace falta una presidencia del Consejo Europeo", porque "es imposible que trabaje en las condiciones actuales en la Europa ampliada".

El PPE también pretende que el Consejo tenga un papel clave en la designación del presidente de la Comisión, mientras que los países federalistas defienden que sea nombrado directamente por el Parlamento Europeo como sede de la soberanía popular.

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