18 muertos por 'fuego amigo' al norte de Irak
Aviones de Estados Unidos bombardean por error un convoy de milicianos kurdos y periodistas
"Es una imagen del infierno", dijo a su audiencia un veterano corresponsal de la BBC
Sesos, miembros ennegrecidos, vehículos destripados ardiendo. El olor a carne carbonizada invadía aún los prados cercanos a la población de Dibega, 38 kilómetros al sureste de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
Un cráter de unos tres metros de diámetro había reventado el asfalto en la zona donde se hallaba la cabeza del convoy, a apenas unos seis metros de dos Toyota Land Cruiser utilizados por la BBC, con las siglas TV visiblemente marcadas en los costados, como la mayoría de los vehículos de los periodistas en Irak. Uno de los dos coches seguía ardiendo cuando un camión grúa lo arrastraba lejos del paisaje de destrucción. Había muchas botellas de agua mineral, de las que no se separan nunca los soldados de EE UU en Irak, esparcidas sobre un charco de barro, gasolina y sangre. Uniformes militares kurdos rasgados, ensangrentados y manchados de grasa. Vehículos militares recién arrebatados al Ejército de Bagdad por los peshmergas, retorcidos y calcinados. Un carro de combate T-55 iraquí volcado en una cercana cuneta entre las amapolas y lavanda. En fin, un maldito paisaje de guerra.
Cuando la caravana se dirigía hacia Dibega, supuestamente ya en manos de las milicias kurdas, el jefe de las Fuerzas Especiales de EE UU había reclamado cobertura aérea tras detectar la presencia de carros de combate iraquíes en el valle. El comandante de la 2ª División de los peshmergas, Abdurahman Kaurrini, regresó al lugar de la explosión nada más curarse de sus heridas. "Así es la guerra. Ha sido un trágico error. Pero somos aliados sólidos", aseguraba Kaurrini, con rasguños en la cara y una pierna vendada. "El piloto que lanzó la bomba se equivocó o recibió una información errónea. Fue algo terrible, cuando recobré el conocimiento intenté ayudar a los que parecía que estaban vivos. Todos estábamos temblando, en estado de choque".
Error sangriento
El incidente de fuego amigo, el más sangriento hasta ahora en la guerra de Irak, se produjo cuando dos cazabombarderos estadounidenses, presumiblemente F-18, lanzaron una bomba -y tal vez varios misiles, según un portavoz oficial kurdo- sobre un cruce de caminos equivocado (se atacó la encrucijada de Güer en lugar de la de Dibega) en una desgraciada acción de apoyo aéreo.
Decenas de ambulancias evacuaron a los heridos más graves hasta el hospital de urgencias de guerra de Erbil, donde centenares de familiares y amigos de las víctimas se agolpaban en medio de escenas de dolor a primera hora de la tarde de ayer. Los heridos leves presentaban cortes producidos por cristales y esquirlas de metralla y perforación de tímpanos. "Las líneas de frente de ambos bandos estaban tan próximas que pudo producirse un error al marcar el objetivo del bombardeo aéreo", aseguró ayer Hoshyar Zebari, portavoz oficial del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), hegemónico en el noroeste del territorio autónomo. "Este incidente no socavará nuestra determinación de seguir apoyando a la coalición", afirmó solemne.
El convoy había sido organizado por el comandante de las fuerzas especiales de los peshmergas, Wazi Barzani, que coordina las misiones de los comandos de EE UU con los milicianos del PDK. Quería mostrar a la prensa los avances de la coalición en el frente de Erbil, donde intentan ocupar al menos cuatro sectores de la estratégica carretera que une Mosul con Kirkuk, las principales ciudades del norte de Irak y capitales de provincias productoras de petróleo.
Wazi Barzani, hermano menor del líder histórico del PDK, Masud Barzani, resultó gravemente herido en el bombardeo, al recibir el impacto de un trozo de metralla en el cráneo. El comandante de los peshmergas fue evacuado en la tarde de ayer en un helicóptero estadounidense para recibir tratamiento en una base militar norteamericana en Alemania. Un hijo del presidente del PDK, también llamado Masud Barzani, sufrió sólo heridas leves en el incidente de fuego amigo.
A apenas 500 metros del lugar del bombardeo, unos 30 miembros de las fuerzas especiales de EE UU combatían ayer en solitario en primera línea contra tropas iraquíes apoyadas por una decena de carros de combate T-55. Era la primera vez que se podía observar a los estadounidenses luchando en campo abierto sin apoyo de milicianos kurdos en el norte de Irak. Parecían querer emplearse a fondo tras el trágico ataque al convoy de la coalición. Con abundantes disparos de misiles anticarro, artillería ligera y fuego de ametralladoras, los comandos de EE UU gritaban como niños para celebrar la destrucción de un carro iraquí. Pero, como es habitual en el frente norte, los masivos bombardeos aéreos -los cazas cada vez asumen más riesgos en sus ataques en picado- hicieron la mayor parte del trabajo. Un miembro de las fuerzas especiales, que parecía visiblemente nervioso, se mantenía, sin embargo, al margen de los combates, en una segunda línea ocupada por periodistas. "Hemos tenido bajas; algunos de mis amigos están malheridos", aseguraba. Llegó al Kurdistán hace seis días y ayer afrontaba su primer combate.
Tanto las milicias del PDK como las Fuerzas Armadas de EE UU anunciaron ayer una investigación oficial para aclarar las causas del bombardeo del convoy de la coalición.
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