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Reportaje:

Galileo, en el aire

Un acuerdo de participación no suscrito por España amenaza el ambicioso proyecto europeo alternativo al GPS

El sistema de localización global por satélite Galileo, el proyecto tecnológico europeo que pretende romper con tres décadas de monopolio del GPS, vuelve a pasar por serios apuros que pueden hacer abortar su lanzamiento. La negociación en la Agencia Espacial Europea (ESA) vuelve a estar bloqueada cuando todo parecía resuelto. España se niega a aceptar los términos del reciente pacto alcanzado entre Alemania e Italia, con el respaldo de Francia y Reino Unido, sobre la participación en Galileo Industries, la empresa que gestionará el desarrollo industrial del sistema.

La moral vuelve a estar por los suelos. No sólo entre los técnicos de la ESA. También en la Comisión y en el Parlamento Europeo. Con este ambiente, las especulaciones no son pocas, y algunas, atrevidas. Hace justo un año, la presidencia española en la UE conseguía que se desbloquearan los 550 millones de euros del presupuesto comunitario que necesitaba el proyecto para empezar a funcionar. Hoy se pretende hacer ver que es precisamente España la que impide liberar los otros 550 millones de los que dispone la ESA con la excusa de que se le va a recortar su participación en el proyecto en un 1%, del 10,5% al 9,5%. Pero hay mucho más.

El bloqueo afecta a dos sectores en crisis: la industria espacial y la de telecomunicaciones
"Se corre el riesgo de que se pierdan las frecuencias reservadas para el sistema"
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En Bruselas temen que se trate de una nueva maniobra para boicotear el lanzamiento de un sistema que irrita mucho a Estados Unidos, una hipótesis que cobra fuerza por la implicación del Gobierno español en Irak. Otros dicen que puede ser un ejemplo de la factura que le va a tocar pagar en la UE al presidente Aznar por su apoyo a Bush. Tampoco faltan las críticas internas hacia la falta de armonía entre el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el de Fomento a la hora de lanzar un mensaje común fuerte en el seno de la ESA para proteger los intereses de su industria.

Madrid no dice ni públicamente. Y el único que gana con este estancamiento es EE UU, que lleva meses ejerciendo todo tipo de presiones para evitar cualquier intromisión en su sistema GPS. Mientras en Washington se frotan las manos, el bloqueo en la ESA afecta de lleno a dos sectores en crisis: el de la industria de las telecomunicaciones y la aeroespacial. La mayoría de las plantas que iban a ser utilizadas para el desarrollo industrial de los satélites están paradas y más de un millar de ingenieros de alta calificación esperan desde hace meses el acuerdo de los políticos para empezar a trabajar.

Una situación que contrasta con la misión que se fijó la UE hace tres años en Lisboa para convertirse en la economía más competitiva del mundo en 2010, proceso en el que Galileo tiene un papel fundamental. Pero el tiempo corre en contra. "Galileo es un proyecto en el que los días cuentan", advierte la comisaria europea de Transportes, Loyola de Palacio. Los técnicos que están metidos en el desarrollo del sistema utilizan un tono más desesperado, aunque haciendo un claro esfuerzo de autocontrol: "Estamos en fechas críticas".

"Si antes del verano el litigio no está resuelto, se corre el riesgo de que se pierdan las radiofrecuencias reservadas para el sistema y su diseño se verá comprometido", añaden. La UE consiguió hace tres años en la Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones en Estambul unos derechos de uso de frecuencias para Galileo que obligan a que al menos 2 de los 30 satélites de la constelación emitan las primeras señales desde el espacio en 2005. Si no se demuestra que está haciendo un uso real de las bandas, se perderán los derechos de acceso y a la UE le será muy difícil negociar con EE UU, que prevé lanzar una nueva versión de su GPS.

El consejo de la ESA tenía que haberse reunido el jueves a escala ministerial para zanjar los problemas pendientes y lanzar de una vez la primera fase de un proyecto Galileo que sufre ya un retraso de 12 meses. La reunión se ha pospuesto. La discordia podría solucionarse si se retocara el acuerdo industrial de alemanes e italianos. Con lo que hay hoy sobre la mesa, España debería aportar un 9,5% de los 550 millones de euros acordados para financiar la fase de desarrollo de Galileo, mientras que Alemania, Italia, Reino Unido y Francia deberían aportar un 17,5%, respectivamente. El resto se dejaría en manos de los demás socios.

Madrid considera "inaceptable" todo lo que esté por debajo del 10%. "A España le ha costado muchísimo trabajo hacerse un hueco en la ESA y posicionar a su industria en el sector", indicaron fuentes de la negociación. Una de las salidas posibles consistiría en que los cuatro grandes redujeran en un cuarto de punto su aportación. Pero no es tan sencillo. Berlín, Roma, Londres y París insisten en que ya es "un éxito" que un español, Manuel Gordillo, antiguo directivo de Alcatel España, haya sido propuesto para la dirección de la empresa Galileo.

Pero el Gobierno español no quiere oír hablar de este cambalache. No acaba ahí la cosa. El pacto germano-italiano en Galileo Industries pretende dejar todo atado antes de que se lancen las concesiones a concurso público. Y consiste en que la sede del consorcio Galileo Industries estaría en Alemania y presidida por un alemán; el montaje de los satélites se dejaría en manos de la italiana Alenia Spazio; las estaciones terrestres, la francesa Alcatel Space, y las cargas útiles de los satélites será cosa de la británica Astrium.

"Todo este ejercicio roza la ilegalidad", señalan los expertos, que advierten que "se la están jugando a los españoles". El margen del que disponen los españoles está casi agotado y ahora todo se lleva al máximo nivel político, mientras la industria española ya respondió hace año y medio ante este reto tecnológico creando un consorcio que se llama Galileo Sistemas y Servicios (GSS), integrado por AENA, CASA, GMV, Hispasat, Hindra Espacio y Sener. Su participación en Galileo Industries es del 14%, frente al 21,5% de los otros cuatro.

Inversiones de ida y vuelta

Las inversiones en la Agencia Espacial Europea (ESA) siguen la regla del "retorno geográfico". Si España destina 55 millones de euros de su presupuesto al desarrollo industrial de Galileo, el 80% de ellos regresa a las empresas del país que participarán en el proyecto.

Es un modelo muy criticado por Estados Unidos, que se opone a que se concedan ayudas públicas encubiertas para el desarrollo de un sistema que tendrá un uso comercial.

Pero la industria aeroespacial es un sector que necesita de una masa crítica de capital muy fuerte para arrancar y la inyección de dinero público en las fases iniciales es vital para atraer la inversión privada. Washington hace lo mismo, pero a través de su presupuesto militar.

El coste total para el desarrollo, lanzamiento y despliegue de los 30 satélites de la constelación Galileo en sus diferentes fases se estima en 3.250 millones de euros, a los que hay que añadir otros 220 millones anuales de coste de mantenimiento cuando en 2008 el sistema sea operativo. El lanzamiento de los dos primeros satélites de prueba debería producirse en 2005.

Por eso los técnicos advierten de que el tiempo aprieta, ya que los ingenieros necesitan entre 18 y 24 meses para la construcción, puesta en órbita y en funcionamiento de los satélites.

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