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GUERRA EN IRAK | Los desertores

La población de Nayaf da la bienvenida a las tropas de EE UU

Cientos de soldados estadounidenses entraron a mediodía de ayer en la ciudad iraquí de Nayaf y recibieron la bienvenida de sus habitantes. La infantería, que recibió el apoyo de helicópteros de ataque, destruyó inmediatamente varios alijos de armas y ocupó un centro de entrenamiento militar para utilizarlo como cuartel general.

Las fuerzas de ocupación, pertenecientes a la primera y segunda brigadas de la 101ª División Aerotransportada, entraron en Nayaf desde el sur y el norte. El martes pasado habían controlado el perímetro de la ciudad.

La gente salió a recibir a los soldados, gritando repetidamente "¡Gracias, esto es hermoso!". Dos cuestiones preocupaban a la multitud congregada en el exterior de un antiguo almacen de municiones del partido Baaz. "¿Se quedarán?", preguntó Kase, un ingeniero que no quiso dar su apellido. Otro hombre, Heider, dijo: "¿A qué hora van a acabar con Sadam?". La población pedía también agua y combustible, ya que los suministros llevaban cuatro días sin llegar. A la pregunta de qué más querían, los residentes de Nayaf señalaron hacia un edificio en el cual, según dijeron, había varios lanzagranadas, y pidieron a los soldados que los retiraran.

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EE UU, a 30 kilómetros de Bagdad

Las tropas estadounidenses rodearon Nayaf hace una semana, tras hacerse con el control de tres puentes sobre el Éufrates en duros combates. Pero ayer los norteamericanos todavía no controlaban toda la ciudad.

El general David H. Petraeus recorrió varias manzanas de la ciudad el pasado martes y fue recibido por los residentes con gritos de alegría, sonrisas y denuncias sobre los escondites de agentes armados de Sadam Husein. La bienvenida de la población es un soplo de aire fresco para las fuerzas de EE UU, que, por regla general, han sido recibidas con frialdad u hostilidad por la población mayoritariamente chií del sur de Irak. Nayaf, ciudad santa para los chiíes por albergar la tumba de Alí, yerno del profeta Mahoma, ha costado un precio inesperado, ya que los mandos estadounidenses creían que iba a caer casi sin resistencia.

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