Josef Winkler narra la vida a través de un mercado en 'Natura morta'
Josef Winkler (Kamering, Austria, 1953) esbozó ayer su autorretrato literario y dijo que le interesa muy poco seguir las corrientes del momento: "Escribo sin vergüenza las imágenes que otros tratan de ocultar". El escritor austriaco presentó en Madrid Natura morta (Galaxia Gutenberg), su primera novela editada en España. Su obra es como un espectáculo de Fellini, inundado de sensualidad, olor, color y lleno de tragedia.
Natura morta, una novela de 100 páginas, fue creada con los datos recogidos durante varios meses en el mercado de la Piazza Vittorio Emmanuele, en Roma. "No sabía que iba a narrar la vida en un mercado, lo hice al ver que podía reflejar unas imágenes muy intensas. Cada frase que soy capaz de construir lleva detrás muchas horas de trabajo y decenas de palabras tachadas. Soy muy minucioso en la descripción de los detalles cuando estoy tomando notas".
Winkler apuntó que desde que era pequeño había tenido interés por el lenguaje y que a pesar de ello le resulta difícil escribir. "Las frases no se construyen sin más, mis frases no salen en la primera versión, escribo una frase veinte o treinta veces. He escrito 1.500 páginas y cada frase es una imagen. Yo no pinto, pero mis óleos son las páginas en blanco en las que intento pintar con palabras".
La obra precedente de Winkler, que nació en un pequeño pueblo de 200 habitantes en Carintia, describe los horrores de la Austria profunda. La muerte, la Iglesia católica y la sexualidad son recurrentes en sus novelas, desde la primera publicada en 1979 Hijo de hombre, hasta El agricultor de Carintia y Lengua materna, que conforman la trilogía que ha llamado Carintia salvaje.
Winkler, según relató, ha sufrido una infancia y adolescencia traumáticas. "Crecí entre las coacciones de la Iglesia católica y el rechazo de mi padre", dijo el escritor, quien recordó que fue monaguillo y que se acercó a la Iglesia en busca de un afecto que no le daba su padre, actitud que, según indicó, podía deberse a la austeridad de su abuelo y a la sumisión de su padre a la autoridad que imponía. El autor recordó que siempre ha sentido mucho interés por los rituales de la Iglesia y por la muerte: "Todo lo que había detrás del altar incitaba mi fantasía, los olores me atraían mucho".
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