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La poeta venezolana Reyna Rivas presenta 116 cartas inéditas de María Zambrano

La filósofa María Zambrano (Vélez, Málaga, 1907-Madrid, 1991) pensaba en sus últimos años que la suya había sido una vida amarga. Al menos así se lo manifestó a la poeta venezolana Reyna Rivas en una carta fechada el 28 de noviembre de 1989. "Te diría hoy una cosa, que el día en que viniste a verme en Italia fue para mí como un jarro de agua transparente ni dulce ni amarga. Creo que tu vida ha sido eso, Reyna, la mía lo opuesto, lo contrario: lo amargo, lo salino y hasta el hueco, lo vacío", le escribía Zambrano a la poeta venezolana.

Reyna Rivas presentó su epistolario con la filósofa el viernes en el paraninfo de la Universidad de Sevilla. Se trata de 116 cartas inéditas de Zambrano, que dan cuenta de la amistad que mantuvo con Reyna Rivas y su marido, Armando Barrios. Rivas ha donado las cartas a la Residencia de Estudiantes de Madrid.

La relación epistolar se inició hacia 1960 y concluyó 30 años más tarde. Las cartas muestran la complejidad del pensamiento de la autora de Claros del bosque, así como su talante lleno de humanidad. Rivas contó que fue José Bergamín quien le descubrió la obra de Zambrano. Bergamín le habló de la "filosofía, los libros, el pensamiento y la prodigiosa inteligencia" de la escritora. Más tarde, en 1957, Reyna Rivas conoció a Zambrano en Roma. La escritora venezolana se sintió deslumbrada por el talante humano e intelectual de la autora de Filosofía y poesía. Rivas detalló las cualidades de la filósofa en una intervención en la que remedó una carta dirigida a Zambrano. "Recuerdo tu amor por la naturaleza, por el cielo, el aire, el azul, las montañas, tu amor por los animales, recuerdo tus gatos, revivían en ti y en tu hermana todas las Gatomaquias, todas, las de la vida real y aquellas de las fábulas y otras leyendas. No olvido tu amor por la música, cuántas tardes en tu casa o en la nuestra oyendo a Mozart, a Bach, cuántas veladas para ti para cantarte nosotros tanta música (...)", relató Rivas.

"Una profecía"

En alguna de las cartas, Zambrano intenta ayudar a Rivas a superar malos momentos anímicos. La escritora contó cómo en una ocasión, "enferma de vértigos", se dirigió a Zambrano para contarle su "desasosiego" y sus "padecimientos". Zambrano le dijo: "Lo que tú tienes es un hundimiento del tiempo". En otra carta, Zambrano le explica a Rivas y a su marido su fascinación ante los "cantos espirituales negros". "Fue algo divino que querría hubiesen oído ustedes. Un villancico cantaba: este niño va a nacer y no hay lugar en el mundo para él", escribe Zambrano. Y concluye la filósofa: "El hombre ha venido al mundo sin sitio, sin casa y todo lo que se llama creación, bondad, fraternidad, amor, es eso: el apasionado y tenaz esfuerzo para hacerle un sitio, para hacerle a él también ya que, Reyna y Armando, queridos amigos, el hombre es hasta ahora nada más que una profecía".

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