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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

El ocaso de los blindados

Sólo una treintena de poblaciones de cangrejo de río autóctono subsiste en Andalucía

En los últimos diez años las poblaciones andaluzas de cangrejo de río autóctono han descendido en más de un 50%, agravándose la tendencia regresiva que ya se venía anotando desde finales de los setenta. La presencia de especies exóticas, capaces de transmitir graves enfermedades, junto a los cíclicos periodos de sequía son las principales causas de este fenómeno. Los expertos consideran que podría extinguirse a medio plazo si no se aplican urgentes medidas de conservación.

El cangrejo de río autóctono o de patas blancas ocupaba todas aquellas zonas de España en las que predominan los suelos calizos, ya que necesita aguas ricas en sales de calcio para renovar su caparazón. De la importancia de este invertebrado, que poblaba numerosos cauces, dan idea las cifras de capturas que se estimaron en la década de los 60, cercanas a las 2.000 toneladas por año. Entre 1962 y 1965 exportamos a Francia 20 toneladas anuales de cangrejos de río autóctonos, y según cálculos de la propia Administración por aquel entonces la captura anual media de la especie rondaba los 26 millones de individuos en todo el país.

En Andalucía no existen datos concretos de estos aprovechamientos, pero lo cierto es que este invertebrado se pescaba en grandes cantidades, y hasta hace un cuarto de siglo, en diferentes puntos de la región, como las sierras de Cazorla, serranías granadinas (excepto Sierra Nevada), sierras de Ronda y Antequera.

Después de haber arrasado las poblaciones de este animal en otros países europeos, la afanomicosis, o peste del cangrejo, llegó a España a finales de la década de los setenta. La enfermedad se extendió rápidamente, a lo que contribuyó la introducción en nuestro país del cangrejo rojo americano, una especie exótica que terminó por colonizar numerosas zonas húmedas llevando consigo el hongo causante de la afanomicosis.

Los efectos de esta doble invasión fueron catastróficos, de tal manera que numerosas poblaciones autóctonas de cangrejos resultaron literalmente arrasadas. Otros factores, como las sequías que periódicamente afectan a numerosos territorios y la creciente contaminación de los cauces, complicaron aún más la supervivencia de este invertebrado.

Las investigaciones realizadas en 1999 por especialistas de la Universidad de Granada revelaron, por vez primera, la delicada situación de la especie en esta provincia. En sólo quince años, demostraron los biólogos, el total de kilómetros de cauces ocupados por el cangrejo de río autóctono se había reducido en más de un 95 % y apenas se mantenían catorce poblaciones con muy pocos efectivos.

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Los autores de este trabajo aconsejaron extender el muestreo al resto de la comunidad autónoma, empeño en el que se embarcó la Consejería de Medio Ambiente, que acaba de hacer públicos los resultados de este censo. A grandes rasgos, la situación de la especie en Andalucía es ciertamente preocupante, ya que el número de poblaciones ha descendido en un 56% durante la última década, y este porcentaje se considera, incluso, demasiado optimista ya que muchas poblaciones desaparecieron sin que se tuviera conocimiento de ellas.

El análisis de datos históricos, junto a los testimonios recogidos en numerosas comarcas, sitúan en 78 el número de poblaciones de cangrejo de río autóctono que se desarrollaban en los cauces andaluces hace veinte años. La cifra se redujo a 68 hace una década, y hoy apenas se han localizado una treintena de enclaves en los que aún habita este invertebrado. En definitiva, advierten los técnicos que han realizado el muestreo, "se aprecia un descenso vertiginoso que vaticina la extinción de la especie a finales de la presente década".

De cualquier forma, este proceso está muy condicionado por el grado de aislamiento que presentan algunas poblaciones, situadas en albercas o manantiales de montaña de muy difícil acceso, "lo que podría preservarlas por mucho más tiempo, aunque con la consiguiente pérdida de variabilidad genética".

La distribución geográfica de este censo determina la existencia de 13 poblaciones en la provincia de Granada, localizadas en zonas serranas del norte, diferentes áreas de Sierra Harana y sierra de Almijara; entre 10 y 13 poblaciones en la provincia de Jaén, ubicadas, casi todas, en las sierras de Cazorla y Segura; cinco poblaciones en la provincia de Málaga, distribuidas entre las sierras de Tejeda, Almijara y Ronda; una población en la sierra de Grazalema (Cádiz) y otra en las Sierras Subbéticas (Córdoba). En estas dos últimas provincias se estima en 24 el número total de poblaciones desaparecidas, lo que supone cerca de un tercio de todas las que se han extinguido en Andalucía.

Al mismo tiempo, se ha comprobado como el cangrejo rojo americano ocupa la práctica totalidad de los cursos medios y bajos de los ríos y arroyos andaluces, hasta tal punto que los especialistas aseguran encontrarse "en la región europea con una mayor presencia de esta especie exótica".

Para complicar aún más este inquietante panorama, los biólogos temen que en cualquier momento se produzca la introducción en Andalucía de otra especie foránea portadora de la afanomicosis, el cangrejo señal.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es

Una reconquista complicada

Según se desprende del estudio realizado por la Consejería de Medio Ambiente, la treintena de poblaciones de cangrejo de río autóctono localizadas en Andalucía se encuentran totalmente aisladas entre sí, sin posibilidad alguna de conexión, sometidas a un peligroso empobrecimiento genético y, lo que es más grave, incapacitadas para expandirse y conquistar nuevos territorios o regresar a aquellos de los que terminó por desaparecer.

En estas circunstancias, se hace imprescindible, como sugieren los expertos, la adopción urgente de ciertas medidas de protección, encaminadas a evitar cualquier tipo de alteración en los tramos fluviales ocupados por este invertebrado. La guardería ambiental debería, en estos casos, vigilar la presencia de cualquier persona en estos enclaves, controlar los posibles vertidos, usos ganaderos, pesca furtiva o modificaciones de la vegetación de ribera, entre otros factores.

Durante el periodo de actividad de los cangrejos (mayo-octubre) sería de vital importancia vigilar, con una periodicidad mensual, la aparición de mortandades inusuales, de manera que si apareciese un foco de infección por afanomicosis pudieran aplicarse tratamientos de emergencia para tratar de salvar el mayor número de ejemplares posible.

Al mismo tiempo, y ya que la situación de la especie es crítica, debería tomarse en consideración el posible traslado de poblaciones condenadas a la extinción, situándolas en zonas más favorables en las que, previamente, se haya analizado la viabilidad de estas prácticas. Asimismo, y con las cautelas correspondientes, podría ensayarse la reintroducción de la especie en aquellos puntos que ya se han censado como aptos para la supervivencia del cangrejo autóctono.

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