Historia clínica, secreto médico, confidencialidad y responsabilidad
Cree el autor que el programa Osabide ofrece garantías de seguridad muy superiores a formas anteriores de custodia de datos médicos.
En los últimos tiempos se está produciendo una discusión pública sobre las garantías que ofrece el Programa Osabide, que está implantando Osakidetza para mejorar el tratamiento y seguridad de las historias clínicas. En ese sentido, y antes de cualquier otra consideración, conviene aclarar qué es y para qué sirve una historia clínica.
La historia clínica es el conjunto documental que se crea para recoger la información generada durante la asistencia sanitaria a un paciente y contiene todos los datos de utilidad clínica relativos al estado de salud o enfermedad del mismo. Su función primaria es, por lo tanto, de orden estrictamente asistencial y debe permitir y facilitar la comunicación entre los diferentes profesionales que proporcionan asistencia al paciente. Pero, del mismo modo, la historia clínica cumple también otras funciones, dado que es básica en áreas como la docencia, investigación, evaluación de la calidad asistencial o la gestión y planificación sanitaria.
Evidentemente, toda la información contenida en la historia clínica tiene carácter confidencial y los centros y organizaciones sanitarios tienen la responsabilidad de garantizar este carácter. Y una de las herramientas que mejor permite cumplir con esta obligación es limitar y regular el acceso al documento soporte de la historia clínica (cosa que Osabide observa escrupulosamente). Además, por supuesto, ya desde sus orígenes la práctica médica está sujeta al secreto y respeto a la intimidad.
Básicamente, el problema de la confidencialidad no está en que las historias clínicas se custodien en cada centro de salud, ambulatorio u hospital o en una única base de datos, ni en que se disponga de ellas en soporte papel, informático o cualquier otro. En nuestro caso, vivimos en una comunidad autónoma con una población equivalente a una zona de Madrid o de Barcelona, y todas nuestras historias clínicas suponen en número las que puedan albergar grandes hospitales de estas ciudades, que también las custodian centralizadamente sin que por ello se hayan generado controversias.
El problema, por el contrario, está en cómo se arbitran soluciones para impedir que, sea cual sea el mecanismo adoptado, se pueda hacer un uso indebido de esa información. En ese sentido, nuestra comunidad autónoma ha sido siempre pionera en todos los temas relacionados con la documentación clínica, incluidos los referidos a su confidencialidad. Así, Osakidetza cuenta con una Comisión de Documentación Clínica que viene trabajando ininterrumpidamente desde 1985 y que ha elaborado numerosos documentos, recomendaciones e informes, haciendo énfasis en la custodia, conservación y confidencialidad de la documentación clínica y en el cumplimiento de las normativas internacionales más avanzadas. Y han sido estas propuestas las que han guiado la actuación de Osakidetza en este campo que, en aras de asegurar de forma efectiva los derechos del ciudadano y la funcionalidad, presta una especial atención a desarrollar procedimientos que regulen la puesta en práctica de dichos derechos.
Y así lo ha hecho también con Osabide, que, a mi entender, ofrece ventajas asistenciales y garantías de seguridad muy superiores a las formas anteriores de custodia que se han venido teniendo en Osakidetza y que aún persisten en otros sistemas de salud. Por otra parte, la nueva Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica, que entrará en vigor el 16 de mayo, supondrá un apoyo legal mayor, al instar a los diferentes centros e instituciones sanitarias a que desarrollen procedimientos que garanticen estos derechos. La Comisión de Documentación Clínica ya ha trabajado sobre esta ley y elaborado un documento que, respetando y basándose en la legislación vigente, ayudará a Osakidetza a adaptar, en su caso, su actuación en esta materia a los principios básicos extraídos de la misma.
Por último, lo que quiero dejar claro es que la disponibilidad en tiempo y forma de toda la información clínica del paciente redundará, sin duda alguna, en beneficio de una asistencia integral, ágil, rápida y de calidad.
Julián Salvador Blanco es presidente de la Comisión de Documentación Clínica de Osakidetza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.