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Londres ilustra la expansión del 'art déco' en el periodo de entreguerras

El Museo Victoria y Albert expone 330 piezas de diversas disciplinas

El Museo Victoria y Albert de Londres explora la expansión global del art déco en un abanico de disciplinas, desde arquitectura y escultura hasta mobiliario, textiles, diseño, moda, joyería o cinematografía. Reúne en su exposición unas 330 piezas que ilustran la evolución de la explosión estilística del periodo de entreguerras y documentan su adaptación a la coyuntura internacional provocada por el crash financiero de 1929.

La exposición del Victoria y Albert (V&A), abierta hasta el mes de julio, reinvindica el art déco como una respuesta pertinente al nuevo orden nacido sobre las ruinas de la Primera Guerra Mundial. Se generó entonces una onda de optimismo y elegancia que se propagó desde París a Nueva York, Bombay y Shanghai, entre las ciudades destacadas en la muestra. "Durante décadas, se desprestigió como un estilo puramente hedonista y frívolo. Pero, realmente, el art déco representó los nuevos valores y respondió a las necesidades humanas con una consciente celebración de la fantasía, la diversión, el glamour y el comercio", apunta la comisaria de la exposición, Ghislaine Wood.

Heredero del art nouveau, y en contacto con el fauvismo, cubismo y el movimiento De Stilj en la búsqueda de un vocabulario moderno, el estilo déco tuvo su apogeo en la década de los años veinte en todos los medios visuales: desde las bellas artes a la arquitectura y diseño interior; desde la moda, textiles y cerámica hasta la fotografía, el cine y la publicidad. El art déco se inspiró en el cuerpo femenino, fomentando la indulgencia y abierta sexualidad, como se descubre en las voluptuosas curvas del chiffonier en caoba, marfil y piel de tiburón diseñado por André Groult. Pero este estilo también cuidó la verticalidad geométrica en la decoración de alfombras, muebles, lámparas, juegos de café... Encontró su máxima expresión en los rascacielos de Manhattan, en especial en el Edificio Chrysler, con su exquisita decoración y una luminosa fachada escalonada que culmina en una aguja nunca vista hasta entonces.

Josephine Baker personificó el art déco con su exotismo y erotismo. A mediados de los año veinte, subió al estrado parisino con un espectáculo de baile extremadamente provocador. Interpretaba a las nativas de la jungla africana con su falda de bananas y una libre versión del charlestón. Películas de su Revue negre se proyectan en una sala del V&A junto a grabados y fotografías que de ella hicieron artistas como Paul Colin.

El art déco invadió las salas de cine, los hoteles y bloques de viviendas, adoptando características peculiares de cada país que absorbía su eco. En la exposición, se ha reconstruido el vestíbulo del hotel londinense Strand Palace, con una puerta giratoria montada con espejos y columnas de cristal que esconden el sistema de iluminación. Diseñado por Oliver Bernard a principios de los años treinta, y considerado entonces el más "deslumbrante ensayo de geometría y luz", fue rescatado de la ruina por expertos del propio museo en 1969. Es la primera vez que sus piezas restauradas se exponen al público. El vestíbulo del Strand Palace da fe de una era en la que la etiqueta exigía cambio de vestuario para tomar un cóctel y la élite social viajaba con maletines de aseo en piel de cocodrilo, como el diseñado por Vuitton que se exhibe en Londres.

El art déco supo adaptarse a la depresión financiera de 1929, sustituyendo materiales exóticos por productos plastificados y produciendo en masa frente al culto anterior por la pieza única, pero cayó por el peso de la guerra. "Murió prácticamente de la noche a la mañana. El art déco está totalmente relacionado con la decoración y se consideró inapropiado. No volvió a recuperarse; es más, levantó sospechas de ser un diseño decorativo", explica la comisaria.

La sospecha se levantó incluso durante su máximo apogeo con ocasión de la Exposición de París de 1925. En sus pabellones se presentaron muebles de Jacques-Emile Ruhlman, el mítico oleo Les perruches, de Dupas, y diseños de Sonia Delaunay, entre otras obras que se exhiben ahora. Le Corbusier tituló una serie de artículos dedicados a la exposición con un despectivo diminutivo: para él no representaba ninguna corriente definida. Hubo que esperar hasta los años sesenta para que el término déco identificara específicamente el ecléctico estilo del periodo de entreguerras.

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