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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Príncipes de las tinieblas

Una de las estrellas más rutilantes del universo ideológico que rodea la Casa Blanca es Richard Perle, un inquietante personaje apodado El Príncipe de las Tinieblas, que pertenece a un grupo ultraconservador del que también forman parte el vicepresidente, Richard Cheney; el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y su número dos, Paul Wolfowitz. Ellos mismos y otros con los que se reúnen en el Instituto Americano de la Empresa se definen como "la vanguardia ideológica de la Administración de Bush". Les une a todos ellos su pasado en el Pentágono -Rumsfeld fue incluso el enviado de Reagan en 1983 para armar a Sadam Husein-, su relación con las empresas de armamento y petroleras, su proximidad al Likud israelí, y una visión del mundo que está en el origen de las decisiones que han conducido a la invasión de Irak.

Varios de ellos ya intentaron, cuando trabajaban en la Administración de Bush padre, que la primera guerra del Golfo no se parara en la liberación de Kuwait y siguiera hasta Bagdad. De aquella época proviene la doctrina estratégica de defensa preventiva ahora adoptada y aplicada, en la que no cejaron hasta regresar al poder con Bush hijo. El 11-S catapultó sus puntos de vista. Añorantes guerreros de la guerra fría, ahora se proponen ir más allá, a una especie de estado de guerra permanente, pues abogan por limpiar el planeta de regímenes peligrosos y delincuentes, atacar después Irán, Libia y otros países, cambiar radicalmente la ONU de modo que se amolde a la voluntad del Gobierno de EE UU y "contener" a Francia y Alemania.

Perle se presenta como un patriota, pero ante un conflicto entre sus intereses económicos privados y los públicos como presidente del influyente Consejo de Política de Defensa que asesora al Pentágono, ha optado, en plena guerra, por renunciar a su cargo no remunerado -aunque seguirá como asesor-, después de que The New Yorker revelara sus contactos con el mercader de armas saudí Adnan Kashogui y otros negocios. La derecha cristiana que aupó a Reagan al poder y se ensañó contra Clinton en todos los frentes, incluidos sus negocios y los de su mujer, Hillary, asume hoy sin aspavientos que uno de los primeros contratos otorgados por la Administración para la reconstrucción de Irak -en este caso para apagar pozos de petróleo incendiados- haya favorecido a una empresa del grupo que dirigía el vicepresidente Cheney antes de regresar a la Administración.

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A este grupo habría que añadir la labor del ultraconservador fiscal general John Ashcroft, que, con el apoyo del Congreso, está protagonizando un preocupante retroceso en las libertades en EE UU. Puede ser sólo un detalle, pero es revelador, y ridículo, que las autoridades de EE UU le hayan denegado un visado a Luis Eduardo Aute para viajar a Puerto Rico a presentar su último disco, por la activa oposición del cantautor español a la guerra de Irak. Está ocurriendo lo que se temía: cuando el imperio alarga su brazo armado, se resquebrajan a la vez los principios democráticos y liberales que constituyen su grandeza, con el consiguiente riesgo para todos.

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