Los aliados se adaptan a los contratiempos
Una semana después de que Estados Unidos desatara su campaña militar para apartar del poder a Sadam Husein, la guerra se ha tornado dura. La campaña aérea que el Pentágono prometió que "impactaría y causaría pavor" al Gobierno de Sadam Husein no parece haber causado efecto. Sadam no ha perdido su dominio del poder y el comando militar y el sistema de control iraquíes siguen intactos.
La decisión de Turquía de negar el acceso a las tropas terrestres norteamericanas ha dificultado que EE UU abra un frente norte, lo que ha hecho posible que Sadam envíe a sus más fanáticas fuerzas paramilitares al sur. Los militares norteamericanos llevaron a cabo una importante operación en el norte de Irak en la madrugada del miércoles al jueves, desplegando unos 1.000 miembros de la 173ª Brigada Aerotransportada. Pero esperaban haber desplegado la 4ª División de Infantería, una unidad mecanizada más potente y muy avanzada en tecnología.
Los militares de EE UU tratan de adaptarse, al no haberse producido la rápida victoria que la Administración de Bush esperaba. Los iraquíes lanzaron a los aliados una bola con efecto al desplegar miles de fedayin y fuerzas paramilitares en el sur, que llevan a cabo ataques de guerrilla del tipo golpear y correr. Tampoco están retrocediendo ante el combate: columnas de vehículos con más tropas se dirigían la noche del miércoles al sur desde Bagdad para unirse a la lucha, según EE UU.
Los aliados tratan ahora de contrarrestar esta táctica aplazando la batalla de Bagdad algunos días y centran sus esfuerzos en atacar los grupos paramilitares en Nayaf, Nasiriya, Basora y otras ciudades del sur y del centro de Irak. Con las limitadas fuerzas terrestres que EE UU ha enviado para la fase inicial de la campaña, y las amenazas en la retaguardia, no pueden apenas hacer nada más.
La planificación y los preparativos de la ofensiva hacia Bagdad están, sin embargo, muy avanzados. La siguiente fase de la campaña es llevar los combates hasta las divisiones de la Guardia Republicana en las afueras de la capital iraquí e iniciar entonces el ataque terrestre contra los baluartes clave en la propia Bagdad. Los comandantes norteamericanos no parecen tener dudas de que esta batalla será relativamente pronto y de que sus fuerzas se impondrán finalmente.
El objetivo final de la invasión aliada es derrocar a Sadam y a su Gobierno. Pero hay otros objetivos secundarios importantes, algunos de los cuales se han logrado. Uno era tomar los campos petrolíferos para evitar que fueran incendiados. Según las fuentes de espionaje, sólo siete de los pozos de petróleo en Rumaila habían sido incendiados en el asalto terrestre del pasado jueves, que, a diferencia de en la guerra del Golfo de 1991, se inició antes de que los ataques aéreos comenzaran en serio.
Además, los aliados han logrado por el momento evitar que Irak lance misiles Scud contra Israel. No han podido detener los lanzamientos de misiles tierra-tierra iraquíes a Kuwait, pero las baterías antimisiles Patriot han derribado la mayoría, y el resto ha caído sin causar daños en el desierto o en el golfo Pérsico.
En cuanto a la propia invasión, las tropas aliadas han penetrado en profundidad en Irak, han conseguido cruzar el Éufrates y han tomado el puerto clave de Um Qasr. El principal objetivo ahora es eliminar a los fedayin y otros grupos paramilitares del sur de Irak, o al menos reducirles hasta que sean una mera molestia, y no una gran amenaza.
El plan de EE UU es tomar la ofensiva. Los comandantes aliados pretenden atacar los baluartes de las milicias en las ciudades con bombardeos aéreos limitados y avances terrestres, usando tropas de infantería y unidades mecanizadas.
Los militares estadounidenses están ya planeando su siguiente fase: el asalto terrestre a la Guardia Republicana, a la que se trata de debilitar mediante ataques aéreos. La mejora de las condiciones meteorológicas al final de esta semana debería facilitar los bombardeos y el reconocimiento de los daños causados, y poder analizar así el estado de las tropas iraquíes.
Una vez vencida la Guardia Republicana, el escenario estaría listo para la batalla dentro de la capital contra las fuerzas especiales de la Guardia Republicana, las fuerzas de seguridad de Sadam y otros paramilitares.
La guerra, hasta el momento, ha sido difícil e impredecible. Pero los militares estadounidenses han alcanzado algunos objetivos importantes y han cambiado su estrategia y táctica contra sus enemigos. Los comandantes aliados parecen convencidos de dos cosas: los fedayin serán derrotados, y el combate más difícil, la batalla de Bagdad, aguarda por delante.
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