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Una afectada de Ardystil dice que la dueña les mintió y achacó la primera muerte a un cáncer hereditario

Una ex operaria de la extinta fábrica de aerografía textil Ardystil declaró ayer ante el tribunal que la dueña de la industria y principal acusada, Juana Llácer, les mintió a raíz de la primera muerte de una trabajadora en marzo de 1992. "[Juana Llácer] nos dijo que Isabel Miró murió por un cáncer hereditario y no por los productos que usábamos", afirmó Gema Martínez, empleada de Ardystil desde septiembre de 1990 a mayo de 1992. En esa fábrica fallecieron otras cuatro empleadas. La sexta víctima mortal se produjo en la orografía Arrimen. El síndrome laboral afecciones fulminaras por inhalación de productos químicos afectó a más de un centenar de trabajadores. Niguno de ellos está "clínicamente" curado once años más tarde.

Gema Martínez, al igual que el resto de ex operarios que han comparecido ante la sala, la sección tercera de la Audiencia de Alicante, destacó la falta de medidas de protección y la insalubridad del centro. "No había suficientes mascarillas, ni tampoco filtros de recambio", dijo. "En la fábrica siempre había una especie de neblina por los gases, y no había extractores", añadió. En el mismo sentido se expresó otra ex trabajadora, Rebeca Llata: "A veces usábamos mascarillas que nos hacía la madre de Soraya y Yovana [dos de las cinco jóvenes que fallecieron en Ardystil]".

Otros de los trabajadores que declararon ayer resaltaron las abusivas jornadas de trabajo y las irregulares condiciones laborales, en la mayoría de los casos sin contratos y sin ser dados de alta en la Seguridad Social. Los ex trabajadores también denunciaron las prácticas de los empresarios para ocultar estas anomalías a la Inspección de Trabajo. "Cuando venía la Inspección nos íbamos por una puerta de escape que daba a un patio de la fábrica" afirmó Octavio Monllor, ex empleado de Ardystil. "Ante una inspección me pidieron que abandonará la empresa, porque no estaba asegurado", dijo otro ex operario, Daniel Muñoz.

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