Dominique Abel filma el flamenco y la alegría del gueto de las Tres Mil Viviendas
'Polígono Sur' es un documental sobre el barrio más deprimido de Sevilla creado por el franquismo
El barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas, el gueto que creó el Gobierno franquista realojando a la fuerza a los gitanos que vivían en Triana a finales de los sesenta, es el escenario natural de Polígono Sur (el arte de las Tresmil), de la cineasta francesa Dominique Abel. Los artistas del barrio (Rafael Amador, Juana y Martín Revuelo, Ramón Quilate, Bobote, Caracafé, El Varilla, Pelayo...) son los protagonistas reales de la segunda película de Abel, autora de la premiada Agujetas, cantaor. La directora explica que su idea era captar la autenticidad de la gente, huir de las escenas morbosas y de la destrucción para enseñar lo mejor de un barrio muy castigado, ejemplo de marginación: "Se sabe bien que el problema número uno es la droga, que el barrio ha sido convertido en un trapicheador colectivo. Pero yo quería enseñar las flores, no la basura. Se trataba de sacar lo mejor que tienen. La vitalidad artística de esa gente, que es su vía para escapar de la miseria, es impresionante. Y ahí está su esperanza para dar un futuro mejor a sus hijos".
El filme, que obtuvo en el Festival de Berlín la distinción de la Confederación de Cines de Arte y Ensayo, se estrena hoy en España. El martes se exhibió en el Teatro Maestranza de Sevilla: asistió la ministra de Cultura, Pilar del Castillo que fue abucheada y recibida con una pancarta que decía "No a la guerra" en romaní. Una reivindicación muy adecuada para un barrio en permanente conflicto ("aquí no vienen ni los taxistas", dice un personaje), que necesita ayudas más básicas y directas.
"El paro es abrumador, y el absentismo escolar es del 60%", dice Abel. "Se ha pedido ayuda a la Junta andaluza para los niños más difíciles, pero nadie ha hecho nada. Hay un local en el Bronx, la parte peor, lleno de goteras. Aquello está, cada vez más, aparte del mundo. En general, el barrio está mucho peor que hace 15 años, cuando lo conocí y me enamoré de él porque me recordaba, aunque con mejor temperatura, al barrio de París en el que me crié", asegura Abel.
La película combina conversaciones y entrevistas con los vecinos con los momentos en que las Tresmil olvida la tensión, la depresión y los problemas y se entrega a la camaradería, la alegría y la ternura del flamenco. "Era muy difícil conseguir esa entrega, esa naturalidad. Hacía falta un contrato de confianza, y ése es el milagro: cantan, tocan, se entregan y se olvidan de las cámaras".
Para Abel, "los gitanos tienen una rara familiaridad con la cámara, quizá porque están muy acostumbrados a representarse a ellos mismos".
Hay gente que ha visto la película, que no cree que los habitantes del barrio canten y toquen tanto como se ve ahí. Abel responde a eso diciendo que quiso hacer una película musical, que ésa fue su toma de partido: "Quería que la gente saliera del cine contenta, queriendo a esa gente, sorprendida de cómo son, que se viera que esa gente no tiene nada más que la escuela de la calle y que aprende todo sola, a partir de la trasmisión familiar".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.