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Columna
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Humanidades

Si a Franco no le hubiera quedado más remedio que hacerse demócrata, habría elegido ser José María Aznar y contribuir, como él, al golpe de Estado contra la legalidad internacional, a cuya culminación se entregaron los Tres Jinetes del Apocalipsis el pasado domingo, en una de las azoradas islas. Aunque, no sé. Nuestro dictador titular (contra el que nunca mandaron sus tropas los Estados Unidos ni los unidos hoy a tales Estados) prefería ser cabeza de ratón a cola de león. Tal vez no le habría gustado convertirse en un simple tartufillo palanganero.

Suena, pues, la hora de las armas, llevándose por delante lo que queda de razón y corazón. "Una vez extendida la muerte, la muerte perderá su dominio", me escribe un amigo, a modo de amargo consuelo, citando a Dylan Thomas. Pero la agonía del uranio empobrecido es muy larga, y la nube de silencio que aplasta el grito de las víctimas, espesa y negra. Las víctimas deberán montar un espectáculo de primera, si quieren competir en los informativos con el glamour de los últimos avances en materia de asesinatos colectivos y destrucciones masivas. No me parece casual que, estos días, haya habido una feria de armamento en los Emiratos Árabes Unidos, muy concurrida, parece ser, y con las pujantes empresas USA dominando.

Tendrán que enviarnos un show importante, las víctimas, si quieren ser incluidas en el prime time. Y aun así, quizá no arrebaten espacio informativo a los ingenios de los matarifes (para eso siempre hay sitio, y dibujantes ejecutando maquetas, y bustos hablando con pericia de cuanto ayuda a perecer), sino a otras víctimas que, en menor número y más sordamente, pero en implacable goteo, seguirán afrontando su ración cotidiana de insidioso genocidio. ¿Quién va a mirar a los palestinos, en los días por venir? ¿Quién va a acordarse de ellos, mientras los israelíes aparezcan atándose las máscaras antigás?

Pero resulta que nosotros, los vendidos, sólo vamos a realizar misiones humanitarias en esta guerra, según informa la parla sodomizada, el parte. Que no: proporcionar atención médica a los atacantes no tiene nada que ver con humanismo alguno. Es una forma más de agresión, recortada a la medida de los palanganeros babosos.

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