Una niña de ocho meses recibe con éxito un trasplante de riñón
La intervención se desarrolló con rapidez en una clínica de Barcelona
"Ha sido un milagro de Dios". Así definía Amparo Giménez la operación a la que, hace poco más de un mes, fue sometida su hija Saray en el hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Después de siete intervenciones quirúrgicas y de más de ocho meses sin salir del hospital, el Servicio de Nefrología Pediátrica y Hemodiálisis del hospital Materno Infantil, dirigido por el doctor Lluís Callís, logró trasplantar un riñón a la pequeña Saray. A los ocho meses de edad, la niña se convirtió en una de las pacientes más jóvenes de Europa a quien se le había practicado una intervención de este órgano.
La niña padecía un síndrome nefrótico congénito, una afección que le provocaba pérdidas renales de proteínas que le impedían un crecimiento normal. A principios de año, los médicos fueron tajantes: la única opción para que la niña pudiera crecer con normalidad era la operación. A partir de aquí, los hechos se sucedieron con celeridad. "Primero los médicos nos informaron de que debían esperar a que la niña pesara 8 kilos. Luego nos dijeron que ya no podía pasar más tiempo y que la incluirían en la lista de espera para recibir un riñón. Al cabo de dos días, el 23 de enero, la niña fue operada", cuenta Amparo.
Sin embargo, la operación, realizada por los médicos Juan Antonio Marín y Enric Murío, no se planteó fácil en ningún momento. La edad del donante-un año y medio- y las dimensiones reducidas de los vasos sanguíneas y las vías urinarias de los dos niños, incrementaron la complejidad de la intervención. Las circunstancias, en especial el bajo peso y la falta de defensas de la paciente, tampoco eran favorables. En el momento de la intervención, la niña pesaba sólo 4,9 kilos, la mitad de lo normal a su edad. "Hoy la niña ya llega a los 5 kilos y 700 gramos. Son apenas 800 gramos más, pero con la diferencia que entonces la niña estaba muy hinchada y que hoy está bien y el peso es real", cuenta la madre.
Saray sigue hoy ingresada en el hospital. Aunque requiere de algunos tratamientos inmunosupresores para evitar el rechazo del nuevo órgano, la niña ha mejorado y hasta pudo abandonar el hospital en periodo de pruebas. "Permitieron que nos la lleváramos a casa durante cuatro días para observar cómo respondía al exterior", explica Amparo, y pese a que el primer contacto con el exterior le supuso un principio de bronquitis, los médicos valoraron la experiencia como positiva.
Amparo ahora no tiene ganas de tener otro hijo. "Saray me ha dado muchas complicaciones, aunque por suerte todo ha terminado bien", dice esta mujer que dejó la venta ambulante cuando surgieron los primeros problemas de un embarazo que resultó complicado. "Creían que la niña nacería con el síndrome de Down, pero fue una falsa alarma", cuenta. Pero pronto tuvo que ser ingresada por dolencias renales. Poco después, la niña nacía por cesárea. "Según los médicos, ninguno de estos problemas tiene que ver con la enfermedad de Saray".
Amparo ahora sólo piensa en ver crecer a su hija tras esta lucha por vivir. "Después de todo", dice, "sólo tengo 20 años y esto ha sido un regalo de Dios".
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