El régimen iraquí utiliza la amenaza del terrorismo suicida
Un imam dice que los musulmanes "tienen el deber de amenazar los intereses de EE UU"
El régimen iraquí volvió a utilizar ayer la apenas velada amenaza del terrorismo para alertar a la comunidad internacional del riesgo de un ataque contra su territorio. Durante la plegaria del viernes, el jeque Abdul Razzak Saadi instó a los iraquíes y a los musulmanes en todo el mundo a atacar los intereses de EE UU. El imam de la mezquita de la Madre de Todas las Batallas, como Sadam Husein bautizó a la guerra del Golfo, sugirió incluso que hundan barcos norteamericanos y británicos. Su sermón fue transmitido en directo por la televisión estatal.
"En este momento, los musulmanes -iraquíes y otros- tienen el deber de amenazar los intereses estadounidenses dondequiera que se encuentren, prenderles fuego y hundir sus barcos", aseguró el jeque Saadi en lo que más parecía un mensaje hacia el exterior de Irak que hacia sus propios fieles. La mención a los barcos recuerda sin duda los atentados contra el buque de guerra norteamericano Cole en 2000 y el más reciente contra el carguero francés XX, ambos en aguas yemeníes y atribuidos a Osama Bin Laden.
En Europa, sus palabras estarían consideradas apología del terrorismo, pero el imam buscó argumentos en una particular interpretación del islam. "Esto es la yihad en el nombre de Dios", subrayó. "La ley islámica dice que si un enemigo nos ataca para privarnos de nuestra religión, nuestro dinero, nuestro honor o nuestros bienes, la yihad se convierte en deber y obligación".
El discurso del clérigo estaba en sintonía con el mensaje que el régimen intenta transmitir por todos los canales posibles: EE UU pagará un precio muy alto por su ataque a Irak. El editorial de Al Zaura, órgano del Partido Baaz, hacía ayer un llamamiento para que todos los países se opongan a la acción militar y "convenzan a la Administración norteamericana de que el coste de cualquier guerra contra Irak será mucho mayor de lo que pueda ganar con la agresión".
El jeque Saadi tachó a George W. Bush y a Tony Blair de "criminales" y pidió a los estadounidenses y británicos que se levanten contra ellos. "Señor, por favor, haz que los infieles y los agresores se ahoguen. Señor, haz que Bush y Blair se ahoguen", imploró el imam, que no mencionó, sin embargo, al tercer socio del frente duro contra Irak, José María Aznar. Tampoco los editoriales de la prensa local suelen mencionar a España cuando se quejan de los intentos de forzar una segunda resolución que respalde la guerra.
"España no deja de ser un país accesorio", justificó Abdul Razzak al Duleini, editorialista del diario Babel, propiedad del hijo mayor del presidente iraquí. Bajo la sorpresa que aún causa la postura española entre los dirigentes iraquíes, subyace la convicción de que se trata de una decisión impuesta. "¿Cuáles son los intereses de Aznar en EE UU? ¿Cuánto le van a pagar?", preguntan aún incrédulos muchos responsables.
Sin duda, las diferencias diplomáticas que bloquean los planes de guerra estadounidenses causan satisfacción en las altas esferas iraquíes. Tras numerosos gestos de creciente cooperación con las inspecciones de desarme, Irak se ha permitido rechazar sin dilación la propuesta británica y despreciar una misión de paz árabe.
El ministro iraquí de Exteriores, Nayi Sabri, minimizó ayer la cancelación de la visita de los enviados árabes con el argumento de que los altos funcionarios de su país "no hubieran tenido tiempo para recibirles". La delegación incluía a los jefes de la diplomacia de Egipto, Siria, Líbano, Túnez y Bahrein, además de al secretario general de la Liga Árabe. Esta actitud parece confirmar que el régimen iraquí temía que hubieran instado a Sadam a dejar el poder.
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