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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Eso no se dice, niño

Que no me quiero enterar, no me lo cuentes, vecina, prefiero seguir soñando que conocer la verdad", cantaba la Piquer allá por los años cuarenta. Con menos gracia y sin música han recitado algo parecido esta semana los responsables administrativos del cine español (el secretario de Estado de Cultura y el director general del ICAA) asegurando que para resolver la crisis que está en boca de todos, lo mejor es ignorarla: "Cuando se habla en términos pesimistas, se acaba creando una situación pesimista, y cuando se habla de euforia, se acaba creando una situación eufórica". A problemas reales, soluciones imaginativas.

Repitamos, pues, en coro, todos a una, que el cine español va bien, como todo en España, y así las gentes correrán a abarrotar las salas, las películas españolas permanecerán en las carteleras el tiempo que se merecen sin sufrir presiones de compañías multinacionales, el fondo de protección no mermará como está ocurriendo ahora, los distribuidores arriesgarán sus dineros en la promoción de las películas como antes hacían, y viviremos en el paraíso cinematográfico. "Hay que vender ilusión para que la gente vaya al cine", han seguido declarando los gobernantes. ¿Crisis? No me lo cuentes, vecina.

Y si lo cuentas, a lo hecho, pecho. Como le ha sucedido al galardonado Juan Luis Galiardo, al que la concejal Josefa Luzardo ha borrado de su Festival de Gran Canaria. "No puedo invitarle y que me monte un pollo en la escalinata", ha dicho, no vaya el vehemente Galiardo-Don Quijote a protestar de nuevo contra la guerra. Galiardo, pues, "brazo armado de la oposición", como definió la ministra Del Castillo a los ganadores y presentadores de los Goya. Hace ya años que lo cantó Joan Manuel Serrat: "Niño, deja ya de joder con la pelota, que eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca...".

A los corrillos cinematográficos vuelve a asomar el viejo fantasma de la censura, que estaba agazapado. Los actores denuncian con ímpetu la existencia de listas negras. ¿Tendrá algo que ver con todo ello la mutilación que sufrió en el programa Versión española, de la televisión oficial, el cortometraje Uno más, uno menos? Los dos primeros minutos del corto se fueron por el éter, quizá porque comienza con una imagen de Aznar que una niña con síndrome de Down pintarrajea con grandes bigotes y un parche de pirata en el ojo. Ha habido intentos de explicar oficialmente el corte: que si fue el despiste de un técnico (o técnica), que si las imágenes censuradas forman parte de un prólogo previo a los títulos y que, en consecuencia, no pudieron apercibirse de ello, o quizá fuera que algún empleado agradecido exageró su celo...

Cualquiera de estos supuestos podría parecer verosímil, pero la sospechosa casualidad de que las imágenes mutiladas se refieran al presidente despierta lógicas susceptibilidades. Versión española ha anunciado que esta misma noche, tras Tango, de Carlos Saura, emitirá completo el ya famoso corto, Uno más, uno menos. Sus autores, Álvaro Pastor Gaspar y Antonio Naharro (ganadores de premios por este trabajo y recientemente nominados al Goya), así como su actriz principal, Ana Gracia, podrán, por fin, verse íntegramente satisfechos, tras la desafortunada incomodidad de encontrarse en el ojo del huracán cuando el contenido de su película está bien lejos de cualquier intención política.

"Hay que seguir el ejemplo del cine americano, que aun en sus peores momentos utiliza siempre el mismo lema: 'Tenemos las mejores películas", concluyeron el secretario de Estado y el director general. Pero conste que en Hollywood también se están poniendo nerviosos. Los organizadores de la ceremonia de los inminentes Oscar han pedido a sus presentadores, Steve Martin, Meg Ryan, Julianne Moore, Salma Hayek, Denzel Washington, Renée Zelweger, Jennifer López..., que se abstengan de comentarios políticos y que se ciñan a lo previsto en el guión. Por si las moscas. No vaya a salir también un brazo armado en la mismísima meca del cine.

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