Rob Schneider se vuelve animadora

Rob Schneider imitó los gestos femeninos de una antigua novia de Tom Brady, quien había coescrito Estoy hecho un animal, una de sus películas más exitosas. Y Brady lo tuvo claro: en su ópera prima, su amigo Rob sería una mujer. Y así surgió Este cuerpo no es el mío, que se estrena hoy en España, una comedia en la que Schneider comienza siendo un ladrón barriobajero y, por obra y gracia de unos milenarios pendientes mesopotámicos, se mete en el cuerpo de Jessica, la líder de las animadoras de un instituto de California, al más puro estilo Beverly Hills 90210, Sensación de vivir.

A Brady le resultaba más divertido ver a Schneider encarnando a una inexperta chica de 18 años que a un animal. "No tengo problemas para ponerme en manos de Tom. Me conoce muy bien y sabe ponerme en situaciones en las que parece imposible recuperar la dignidad, aunque se consigue", afirmó en Madrid el actor de Gigolo, que ha firmado el guión conjuntamente con Brady. "Era un reto hacer una mujer creíble. Pero, curiosamente, en Estados Unidos, independientemente de si les ha gustado o no la película, todos los críticos coinciden en que se creyeron mi papel como mujer", señaló orgulloso con un plato de jamón ibérico a su vera. El jamón es para él "razón suficiente" para visitar España.

"Quiero que las mujeres se rían pero también que se vean retratadas. Que no se ofendan. Resultaba difícil no caer en el exceso de gesticulación y que pareciese gay", añadió. "Me daba miedo y eché mano de mi instinto para evitar los tópicos". Antes de que comenzara el rodaje, Schneider conversó y se fijó en los modos de Rachel McAdams, su álter ego en

Este cuerpo no es el mío. Y el actor, que tuvo que asistir a un campamento donde entrenan las animadoras deportivas, se dedicó también a salir con sus sobrinas adolescentes. Las acompañaba de compras y hablaba con las amigas de éstas.

A Schneider, que intervino en Solo en casa 2: perdido en Nueva York

, no le preocupa que Este cuerpo no es el mío esté teniendo menos éxito que las anteriores, aunque en Estados Unidos la vieron cinco millones de espectadores. La comparó con Qué bello es vivir, de Frank Capra: "Hay películas que no tuvieron en su momento un éxito de taquilla y, con el tiempo, se convirtieron en clásicos", argumenta.

Schneider tiene ahora entre las manos el guión de un drama del director mexicano Arturo Ripstein, a quien conoció hace 10 años en México y con el que lleva siete años intentando hacer una película.