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"Ay, Dios mío, se equivocan, Manolo no, no puede ser"

Estupor, conmoción e incredulidad. Los vecinos agolpados frente al portal de Manuel Francisco Palop, al que todos llaman Manolo, no salían de su asombro ante el despliegue de la Guardia Civil y la detención del que consideran "una persona entrañable, tranquila y de aquí de toda la vida".

Faltaban pocos minutos para las 18.00 cuando agentes de la Guardia Civil le esposaban a la salida de un bar situado junto a la tienda de artículos de pesca que regenta, un negocio familiar propiedad de su suegro en la avenida del Puerto de Cullera. Desde ahí fue trasladado a su domicilio, a dos manzanas, uno de los dos áticos de la finca situada en el número 35 de la calle de Riu, frente a la Oficina de Turismo. "Entraron en su casa, bajaron las persianas, el perro no ladraba y se escuchaban golpes constantemente, contra las cosas", explicó Joan, vecino de la planta inferior a la del ático. Durante más de cuatro horas, los agentes revisaron cada rincón de la casa, incluso bajo frontales de madera. Varias bolsas, el ordenador, papeles y los compactos de su hijo de 23 años, en realidad hijo del primer matrimonio de la mujer de Manolo, roto hace ya muchos años. Ella está en la lista por el Partido Popular para las próximas elecciones municipales.

Los vecinos se preguntaban qué podía haber pasado, si era de droga o de qué, pero con profunda estupefacción. Hubo momentos de indignación cuando los agentes registraron ante el público el coche del joven. "Esto es increible, debe ser muy gordo lo que buscan y no puede ser esta familia, de ninguna manera". A las 22.30, después de varios movimientos de vehículos, salía Manolo esposado y custodiado. "Ay, Dios mío, se lo llevan, se han equivocado, no puede ser. Me he quedado helada, madre mía, qué fuerte es esto", decía una vecina. Otra agregaba, "pero si él está por la mañana ahí, en el puerto, cómo tienen una barca, o en la tienda. Todos los días te lo encuentras en el mismo sitio a desayunar y pasa ratitos en el pub de al lado. Esto es muy raro. Qué susto llevará en el cuerpo...".

El corrillo de más de 30 personas tardó una hora en disolverse. Mientras tanto, la Guardia Civil trasladó a Manolo a la tienda y los agentes procedieron a un registro minucioso pero más cuidadoso que el del domicilio, que según algunos testigos "ha quedado patas arriba y con daños importantes". Mirando desde la otra acera, estaba Rubén, el suegro de Manolo, junto al abogado y otro familiar. "Mi yerno es una bellísima persona, tranquilo, apacible, bueno, ya les reclamaré yo por todo esto en cuanto se acabe esta pesadilla", decía Rubén. El abogado de Manolo definió el auto de la Audiencia Nacional como "vergonzoso, una historia imposible de creer, sin fundamento. En este país hay derechos y presunción de inocencia. Si tienen que investigar que lo hagan pero esto vulnera la Constitución".

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