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La holandesa Renate Dorrestein utiliza el suspense y la ternura para novelar la violencia doméstica

La holandesa Renate Dorrestein se preguntó hace años cómo prosigue la vida de los protagonistas de las crónicas de sucesos cuando estos dramas dejan de ocupar programas de televisión y páginas de periódicos. En qué momento se puede normalizar el día a día y qué secuelas perduran como una losa para aquellas personas que un día vivieron esas tragedias.

Dorrestein, una de las autoras más populares en los Países Bajos, dio respuesta a estas inquietudes en Álbum de familia, que las editoriales Anagrama (en castellano) y Empúries (catalán) acaban de presentar. Un libro que juega con el suspense como el método más eficaz para llevar al lector al corazón de la desgracia. "Escribir esta novela me dejó exhausta. El libro quería nacer demasiado deprisa", comentó recientemente la escritora durante la presentación de Álbum de familia en Barcelona. Dorrestein tenía finalizada la novela en tan sólo cinco meses, y con ella consiguió su salto a la literatura internacional, ya que ha sido traducida a una decena de lenguas.

Viaje al pasado

El libro, en realidad, es un viaje al pasado que ayuda a comprender el presente. Lo protagoniza una mujer de 35 años que regresa embarazada a la casa donde pasó su infancia y que abandonó 25 años atrás, cuando aparecieron muertos sus padres y dos hermanos. "La protagonista comienza a buscar las respuestas a las preguntas que algún día acabará haciéndole el hijo que espera. Quiere conocer la verdad, comprender el pasado y afrontar el futuro". El propio relato nace inspirado en incidentes reales que han sacudido a la opinión pública holandesa.

Pero en Álbum de familia, la tragedia no se presenta ya hecha al lector, sino que éste tiene que reconstruirla a partir de los pocos recuerdos que conserva la protagonista y con los que Dorrestein va salpicando el relato. "Si utilizo la trama de la intriga es porque esta historia se me presentó a mí con esta fórmula. Muchos me toman por loca, pero yo considero que las historias ya existen antes de ser escritas. Se comportan como las almas de los no nacidos que flotan en el universo y yo sólo intento atraparlas. Nunca realizo planes ni preveo escenas antes de redactar; simplemente escribo", explicó entre risas la autora.

Sí hay mayor intención, dijo Dorrestein, en aportar al relato elementos de humor y de ternura, "propios de la infancia", que dieran algo de ligereza a la tensión de la tragedia que narra. "La alegría que produce este libro es su capacidad para reproducir recuerdos de una vida familiar feliz. Por ejemplo, la forma en que estaban tan unidos los hermanos", comentó la novelista, muy reacia a aportar la más mínima pista al lector sobre el desenlace de los acontecimientos que se vivieron en esa casa. "El hombre lee principalmente para entenderse a él mismo y a los otros. Para comprender el mundo. Sobre esto escribo". El resto debe descubrirlo el lector.

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