Bieito explora a través de 'Il trovatore', de Verdi, el poso de maldad que deja la guerra
El director español estrena en la Ópera de Hannover una versión "antibelicista" de la obra
Ni el argumento incongruente ni las escenas imposibles de Il trovatore impidieron a Verdi componer una de sus más inspiradas y populares óperas. Y fue la belleza de esa música la que fascinó a Calixto Bieito y le llevó a aceptar la oferta de la Ópera de Hannover (Alemania) para dirigir una nueva producción de la obra de Verdi después de haber rechazado las ofertas anteriores de otros dos teatros británicos para hacer su versión de esta ópera. Una versión que Bieito estrenará el próximo sábado en Hannover y en la que el director de escena español prosigue en su exploración de las consecuencias de la violencia que envuelve al mundo, y que en su montaje de Il trovatore, que califica de "antibeliscista, aunque ese no es el fin último de la propuesta", puntualiza, focaliza en el "poso de maldad que queda en el ser humano después de una guerra".
"Delirio y masacre". Éstos son los dos conceptos sobre los que Bieito dice haber edificado su versión de la ópera de Verdi, cuya trama original, ambientada a principios del siglo XV con el trasfondo histórico de la guerra entre los partidarios de Jaume II de Urgell y los de Fernando I de Antequera por la corona de Aragón, traslada a nuestros días y sitúa la acción en una antigua factoría vacía de color naranja junto al mar. "Es un almacén de fantasmas, una especie de tumba de seres vivos carcomidos por el odio y la venganza, los dos motores de esta ópera, que ni la fuerza del amor representada por el trovador Manrico puede superarlos".
Bieito asegura haber huido de situar la acción en un contexto de rivalidad política o guerra. "No creo que ése fuera el propósito de Verdi al componer la ópera, porque, pese a escribirla en un momento de convulsiones en Italia, él no hace referencias concretas a ese momento. No estaba interesado en el contexto de la historia de esta ópera basada en el drama romántico homónimo de Antonio García Gutiérrez, sino en los personajes y sus emociones", explica. "Lo que sí me ha interesado es el poso de maldad que deja una guerra. Esa semilla del mal que convierte a los personajes en seres enfermos, presos del delirio del odio y la venganza que acaba en masacre".
Los personajes, cuyos sentimientos y emociones afirma el director de escena haber explorado en profundidad, no son para Bieito nobles, soldados, gitanos o trovadores, como figuran en el libreto, sino "seres pertenecientes al lumpen-proletariado, en la acepción marxista clásica del término, es decir, marginados y delincuentes". Así, el conde de Luna, partidario de Fernando de Antequera, se convierte en esta versión en un ex policía expulsado de la institución por corrupto; Fernando, soldado, pasa a ser un ex militar expulsado del Ejército por psicópata; Leonora, dama de la reina, se transforma en una prostituta adicta a los barbitúricos, con sueños de amor y obsesionada por el suicidio; Manrico, el trovador, es un aspirante a cantante; y Azucena, la gitana, se convierte en una vieja prostituta. Unos personajes con los que el director de escena asegura haber compuesto "una sinfonía de sufrimiento y muerte" en un montaje "llevado al límite".
La polémica y el rechazo de una parte del público que envuelven a los montajes de Bieito, quien el año pasado fue denunciado por un espectador de la Ópera de Hannover por su versión de Don Giovanni, no la interpreta el director como una incomprensión a su trabajo. "Siempre se publican las anécdotas negativas, pero nunca hasta ahora me he sentido incomprendido por el público, ya que mis montajes acostumbran a obtener un alto índice de ocupación pese al rechazo de un sector de los espectadores. En cualquier caso, creo en la libertad de expresión y creación, rechazo la censura y pido que se me juzge sólo por el contenido y la calidad de mis montajes", afirma.
Babelia
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