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Los europeos compartirán tarjeta sanitaria a partir de junio de 2004

El documento permitirá los intercambios de pacientes y evitará formularios en 25 países

Gabriela Cañas

Después de las monedas y billetes de euro, el próximo trocito de Europa que será común en los bolsillos de los ciudadanos de la UE será la tarjeta sanitaria europea. Los trabajos ya están muy desarrollados y la Comisión Europea propone ahora que el nuevo documento se ponga en circulación el 1 de junio del próximo año en los 25 países que tendrá la Unión después de la ampliación. La tarjeta evitará los arcaicos formularios que tienen que rellenar turistas, estudiantes y profesionales para recibir atención en otro país y agilizará los trámites de los intercambios de pacientes.

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Las posibilidades técnicas de la nueva tarjeta sanitaria europea permitirán incluso que en un futuro sustituya las tarjetas que actualmente utilizan los ciudadanos en sus respectivos sistemas sanitarios. También permitirán disponer de todos los datos del paciente en su chip, como tipo de sangre, enfermedades crónicas o si es donante de órganos. Sin embargo, Bruselas, consciente de que serán los países miembros y la propia evolución de la tarjeta la que dictamine su futuro, prefiere limitarse a hacer unas propuestas factibles a corto plazo.

En una primera etapa, a partir del 1 de junio del próximo año, el nuevo documento, del tamaño y forma de una tarjeta de crédito, sustituirá al formulario E-111, que actualmente hay que pedir para cubrir la atención sanitaria cuando se prevé una corta estancia en otro país de la UE (por ejemplo, por un viaje de vacaciones).

Datos visibles

Grabados de manera visible en la tarjeta sólo estarán el nombre, número de identidad y número de la seguridad social (y del seguro de atención sanitaria, si es diferente). El resto de la información sólo será accesible para médicos o farmacéuticos por medios electrónicos. Desde el primer momento, los países que lo deseen podrán optar por el mayor pragmatismo, y unificar en una sola la tarjeta nacional y la europea. De su voluntad dependerá también que el ciudadano tenga que reclamar el nuevo documento o que éste se le expida de forma automática.

Inmediatamente después de esa primera etapa se pondrá en marcha una segunda para que, antes de diciembre de 2005, la nueva tarjeta sustituya al resto de los formularios actuales: el E-128 que se requiere a los trabajadores desplazados a otro país y estudiantes, el E-110 de los profesionales del transporte internacional por carretera o el E-119 de trabajadores en busca de empleo.

Gestión automatizada

En la tercera etapa, que podría prolongarse hasta 2008, las tarjetas sanitarias europeas empezarían a funcionar sobre un soporte electrónico general que permitiría, además, una gestión automatizada de los formularios y de los procedimientos. Es en esta etapa cuando la UE podría evaluar la posibilidad de introducir en la tarjeta los datos médicos del portador.

La ventaja que los usuarios podrán obtener de forma inmediata es la de ahorrarse los formularios, mientras que los servicios sanitarios, además de evitarse también los papeleos, dispondrán de un documento similar en toda la UE, fácil por tanto de interpretar por el personal sanitario, que agilizará los trámites para poner en marcha, por ejemplo, los reembolsos que deben solicitar a otros países por la atención sanitaria de los viajeros extranjeros.

Sólo el 20% de los ciudadanos españoles notará tales beneficios, ya que el 80% pasa sus vacaciones dentro del país y no necesita, por lo tanto, rellenar el formulario E-111 (ver gráfico). En cambio los beneficios van a ser especialmente relevantes para los sistemas sanitarios españoles, dado que España es uno de los más importantes destinos de los turistas del resto de Europa. La tarjeta europea permitirá a las consejerías de Salud correspondientes agilizar el trámite de facturación de los servicios sanitarios prestados a los ciudadanos de la UE no españoles durante su estancia.

La nueva tarjeta no supone ningún derecho adicional respecto a la atención sanitaria de que disponen hoy los ciudadanos europeos en cada país. Por ejemplo, el ciudadano español que acuda a una consulta en otro país de la UE tendrá que hacer como hasta ahora: pagar parte de dicha consulta si ése es el sistema del país huésped. Posteriormente, quizá más rápido que ahora gracias a la nueva tarjeta, su correspondiente servicio sanitario español le reembolsará lo pagado.

La disparidad de sistemas sanitarios y de sistemas informáticos que hay en la UE, especialmente si se tiene en cuenta a los diez próximos miembros del club, es enorme. Irlanda, Reino Unido y la mayor parte de esos diez países no disponen, por ejemplo, de tarjeta nacional alguna, de ahí que la Comisión Europea haya decidido otorgarles un más amplio periodo transitorio (hasta diciembre de 2005) para expedir la tarjeta europea en su primera fase.

Otros proyectos ya en marcha en la Unión Europea pueden acabar próximamente con los problemas añadidos de la disparidad de sistemas informáticos. "Pretendemos que, al menos, sean interoperativos para que todos los datos puedan ser manejados con sencillez en todos los países", explica el portavoz de Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea, Andrew Fielding.

Impulso de Barcelona

Los trabajos de preparación jurídica y técnica ya comenzaron el año pasado, una vez que en la Cumbre Europea de Barcelona (marzo de 2002) los jefes de Estado o de Gobierno decidieron lanzar la tarjeta. A esa reunión siguió otra de ministros de Sanidad en Málaga.

Las diversas sentencias habidas en el Tribunal Europeo de Justicia a favor de la circulación de pacientes ha ido abriendo definitivamente el camino a esta tarjeta al garantizar a los ciudadanos europeos el derecho a que sus respectivos sistemas sanitarios respondan ante la atención recibida en otro país de la UE.

La nueva tarjeta nace, además, con el aval de iniciativas en ciertas zonas fronterizas de Europa donde ya están funcionando con normalidad. Ensayos ya probados por aseguradoras sanitarias en Austria, donde es válida la tarjeta sanitaria alemana o por enfermos de la región francesa de Alsacia, que pueden recibir hemodiálisis sin formularios por medio en los hospitales de Baden-Württemberg (Alemania).

El nuevo documento, concluyó ayer la comisaria de Empleo y Asuntos Sociales, Anna Diamantopoulou, "tendrá un gran valor simbólico: después del euro, con esta tarjeta tendremos otro trocito de Europa en nuestros bolsillos".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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