Turquía advierte a Bush de que aún no tiene garantizado su apoyo a la guerra
El presidente turco se niega a aceptar el despliegue de EE UU sin el visto bueno de la ONU
Turquía intenta vender caro su apoyo a EE UU en caso de ataque a Irak. Washington necesita desplegar sus tropas en territorio turco para abrir un frente norte contra Sadam Husein, so pena de afrontar una campaña militar larga y sangrienta. Aunque Ankara ya ha aceptado una avanzadilla de cientos de soldados estadounidenses para modernizar bases y puertos militares, esto "no debe interpretarse como si Turquía hubiese llegado a un punto de no retorno", advirtió ayer el líder islamista Recep Tayyip Erdogan ante los diputados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Después de aplazar sin fecha la votación prevista para ayer en el Parlamento que iba a autorizar el despliegue de tropas norteamericanas, Erdogan -hombre fuerte de Turquía a la espera de ser designado primer ministro a comienzos de marzo- dio ayer una nueva vuelta de tuerca a la exigencia turca: contrapartidas económicas a cambio de apoyo a EE UU en la guerra. Ante su grupo parlamentario, que suma casi dos tercios de los escaños del Legislativo, el líder islamista reclamó a la Administración del presidente George W. Bush que sea "más receptiva" y ofrezca más contrapartidas al despliegue de al menos 30.000 soldados norteamericanos. "Somos un aliado estratégico de Estados Unidos, pero si nuestra ayuda es tan significativa para Washington debe responder a nuestra demandas", afirmó Erdogan.
Ni EE UU ni Turquía han hablado abiertamente de cifras hasta ahora. Pero la prensa turca detalla el monto del "paquete norteamericano" en unos 6.000 millones de dólares (5.800 millones de euros) a fondo perdido y unos 10.000 millones de dólares en créditos y cancelación de deuda -la mitad de lo que reivinduica Ankara-, además de una buena tajada en los contratos para la reconstrucción de Irak tras una eventual guerra.
Los analistas políticos de la prensa turca recuerdan que los gobernantes de Ankara intentan obtener siempre el acuerdo económico más ventajoso, en la mejor tradición negociadora del Gran Bazar. "Pero cuando intuyen que el comprador va a largarse harto de regatear, cierran el trato en el acto", ironiza el comentarista Sami Kohen, citado por Reuters.
Turquía, de hecho, se prepara ya para lo peor. Además de aceptar la presencia de ingenieros y zapadores del Ejército de EE UU en sus bases aéreas y aeropuertos, la Media Luna Roja turca acondiciona ya campamentos para más de 100.000 refugiados iraquíes.
Incluso el aparato conservador kemalista, enfrentado a los nuevos gobernantes islamistas, se suma a una corriente de opinión casi unánime en Turquía contra la guerra. El presidente de la República, el ex magistrado Ahmed Necdet Sezer, afirmó ayer que será necesaria una nueva resolución del Consejo de Seguridad para que su país ceda el uso de sus bases a EE UU. "Según la Constitución, sólo se puede aceptar el despliegue de tropas extranjeras bajo la legitimidad internacional", advirtió Sezer.
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