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La vinculación entre la música y el arte abstracto recorre una doble exposición

El Thyssen y la Fundación Caja Madrid reúnen obras de Kandinski, Klee y Malevich

Elsa Fernández-Santos

Analogías musicales. Kandinski y sus contemporáneos. Bajo este título se inaugura hoy en el Museo Thyssen de Madrid y en la sede de la Fundación Caja Madrid la doble exposición que -a partir de 250 obras de 48 artistas diferentes- pretende indagar en la relación de la música con el nacimiento del arte abstracto. Obras de Wassili Kandinski, Kasimir Malevich, Paul Klee, El Lissitzki, Alexej Jawlenski, Hans Arp o Sophie Taeuber ilustran la idea de la estrecha vinculación entre pintura y música. La doble muestra, en la que han colaborado 80 museos y coleccionistas privados, permanecerá abierta hasta el 25 de mayo.

Los préstamos de 80 museos y particulares permiten mostrar obras nunca exhibidas hasta ahora

En 1911, y en su texto De lo espiritual en el arte, Wassili Kandinski citaba a Goethe y Delacroix para explicar la idea de que la música, referente de toda creación artística, también lo era del cuadro: "El sonido musical tiene acceso directo al alma. Inmediatamente encuentra en ella una resonancia porque el hombre 'lleva la música en sí mismo' (Goethe). 'Todo el mundo sabe que amarillo, naranja y rojo despiertan y representan las ideas de alegría y riqueza' (Delacroix)".

"Estas dos citas", continúa Kandinski, "muestran el profundo parentesco que existe entre las artes, y especialmente entre la música y la pintura. Sobre este sorprendente parentesco se basa seguramente la idea de Goethe según la cual la pintura tiene que encontrar su bajo continuo. Esta profética frase es un presentimiento de la situación en la que se encuentra actualmente la pintura. Desde esta situación, la pintura, con ayuda de sus medios, evolucionará hacia el arte en el sentido abstracto y alcanzará la composición puramente pictórica".

Javier Arnaldo, conservador jefe adjunto del Museo Thyssen y comisario de la exposición inaugurada ayer en Madrid, utiliza otra frase de Kandinski ("el mundo suena") para sugerir la relación entre el modelo musical y el pictórico. "Hay que escuchar el sonido de los colores", escribió también el pintor ruso, del que se exponen 34 cuadros.

Las obras reunidas para Analogías musicales... están repartidas entre la sala de Las Alhajas de la Fundación Caja Madrid (plaza de San Martín) y el Museo Thyssen (paseo del Prado). El recorrido de la exposición arranca en la sede de la Fundación Caja Madrid. Allí se reúnen, divididas en cinco capítulos, 141 obras. Óleos y dibujos centrados en artistas procedentes de Europa oriental. De dibujos abstractos del bailarín Nijinski a la obra del compositor y pintor lituano M. K. Ciurlionis. De dibujos para espectáculos de teatro y ballet de Alexandra Exter a 22 cuadros de los años de profesor de Kandinski en la Bauhaus.

Los ocho capítulos siguientes, en la Thyssen, profundizan en la obra abstracta realizada en el Oeste europeo. Aquí se enmarca una selección, de 1910 a 1914, de la obra de Kandinski, sus años de transformación hacia el lenguaje puramente abstracto y su búsqueda de la expresión de la experiencia espiritual y, más concretamente, de la confluencia entre música y pintura. La transcripción visual del ritmo se representa a través de obras de Picabia, Severini o Balla.

Variaciones, reiteraciones

Bajo el título Modulación, la exposición se detiene en Paul Klee, artista en cuya obra la analogía música-pintura se hace especialmente evidente. El matrimonio Arp (Sophie Taeuber y Hans Arp) y obras de August Macke completan esta etapa del recorrido. Finalmente, y con el nombre Variaciones, se enmarca la serie de Alexej von Jawlenski basada en la reiteración. Una selección de las más de 300 variaciones que Jawlenski realizó y ejemplos de las series de las Cabezas abstractas y los Rostros del redentor.

Analogías musicales es, según explicó ayer el director de la Fundación Caja Madrid, Rafael Spottorno, el primer resultado de un ambicioso proyecto de colaboración entre la fundación que dirige y el Museo Thyssen-Bornemisza. Además de la doble exposición, se realizará un ciclo de siete conciertos (ideados por Xavier Güell y Christian Meyer) que ilustrarán los procesos de transformación de la música en las primeras décadas del siglo XX.

Tomás Llorens, conservador jefe del Thyssen, recordó ayer que para la organización de esta exposición se ha contado con la colaboración de 80 prestadores de todo el mundo, entre museos y colecciones particulares. Lo que, según él, ha permitido realizar un profundo trabajo de investigación y mostrar obras nunca exhibidas hasta ahora. "Analogías musicales... es, por la amplitud de su objeto y la novedad de su enfoque, una de las exposiciones más ambiciosas realizadas por el Museo Thyssen", señala Llorens en el catálogo editado para la exposición. Donde añade: "La amplia exploración histórica que se ha llevado a cabo muestra la enorme riqueza y variedad de manifestaciones que la analogía musical tuvo en el arte de comienzos del siglo XX. Muestra también que no se trataba de una idea nueva. En la medida en que estaba vinculada a la búsqueda de un lenguaje universal de las artes, una lengua natural no verbal que se contrapondría a la arbitrariedad y dispersión de los lenguajes verbales".

A la izquierda, <i>Sonido apacible,</i> de Kandinski, obra expuesta en el Thyssen cedida por el Guggenheim de Nueva York. A la derecha, <i>Rostro redentor,</i> de Jawlenski.
A la izquierda, Sonido apacible, de Kandinski, obra expuesta en el Thyssen cedida por el Guggenheim de Nueva York. A la derecha, Rostro redentor, de Jawlenski.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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