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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El desafío norcoreano

Oscurecido por el monopolio informativo iraquí, el desafío nuclear norcoreano cobra fuerza; tanta, que Washington comienza a hacer preparativos para una eventual confrontación en una de las zonas más militarizadas del planeta. La escalada verbal se ha disparado. Corea del Norte sugiere que podría atacar preventivamente a las fuerzas estadounidenses estacionadas al sur del paralelo 38 y advierte que si EE UU destruye sus instalaciones atómicas el contragolpe será devastador. La Casa Blanca dice estar preparada para "cualquier contingencia" y el Pentágono ha alertado a 24 superbombarderos que podrían ser trasladados a bases asiáticas.

El meollo de la cuestión es el diálogo. Para abandonar sus pretensiones nucleares, Pyongyang exige negociar directamente con Washington garantías de seguridad y ayuda económica. Bush mantiene una postura de fuerza cuyo guión establece que no cederá mientras Kim Jong-Il no cancele el programa armamentista clandestino que EE UU denunció al mundo en octubre. En los últimos dos meses, el régimen estalinista ha expulsado a los inspectores de la ONU, abandonado el Tratado de No Proliferación y reactivado su reactor de Yongbyon, capaz de enriquecer uranio para convertirlo en plutonio de uso militar, aunque la versión oficial reza que su utilización es civil. Los expertos consideran que, si no tiene ya la bomba, puede tener tres o cuatro artefactos nucleares antes del verano.

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Corea del Norte es maestra en la estrategia de la tensión y el chantaje para conseguir ventajas. Y Bush, con su inclusión en el eje del mal, ha disparado su paranoia de persecución. Cuanto más pospone Washington un diálogo directo, más se debilita su posición y se reducen sus opciones. Ahora va a remolque de una agenda de provocaciones, dictada con mano maestra, que utiliza el comodín de la capacidad atómica. Pyongyang, primer proveedor de tecnología de misiles para medio mundo, podría intentar lo propio en el ámbito nuclear. Hay numerosos gobiernos deseosos de entrar por la puerta falsa al mundo de la amenaza final.

La política de Bush de confrontación y aislamiento no funciona. Lo urgente es rebajar el alcance de la crisis norcoreana sin condiciones previas. La otra opción es seguir embarcado en la retórica, contemplando cómo un régimen rigurosamente errático y sin nada que perder se convierte en la próxima espada de Damocles. Para desgracia de EE UU, Kim y sus generales presiden una tiranía famélica que, a diferencia de Irak, tiene proporcionalmente el ejército más numeroso del mundo, y a tiro de su artillería y cohetes a Corea del Sur, a las fuerzas estadounidenses estacionadas en este país y a Japón. Lo que significa que, aun descontando las bravuconadas, hay que tomarse en serio su desafío. La negociación es imperativa.

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