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AMENAZA DE GUERRA | El debate en el Parlamento
Columna
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Cuestión de fe

"El 71% no puede estar equivocado". Era el texto de una pancarta de la que eran portadoras mujeres del Partido Republicano partidarias del reconocimiento de la interrupción del embarazo como un derecho de la mujer en la Convención en la que fue designado George Bush en 1988.

Es lo que se me vino a la memoria ante la sesión parlamentaria del pasado miércoles sobre Irak. El 80% no puede estar equivocado. En política no es infrecuente que las cosas no son lo que parecen. Pero cuando se pasa un determinado umbral en la percepción ciudadana, las cosas son lo que parecen. Es lo que ha venido ocurriendo con el Prestige, primero, y lo que está ocurriendo con la guerra de Irak, ahora. Cuando el porcentaje de ciudadanos que piensa que las cosas son de una manera es tan abrumador, es que las cosas son de esa manera.

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Es difícil, además, que dicha percepción ciudadana se pueda cambiar. Sobre todo, cuando no se dan argumentos que merezcan el nombre de tales. En el discurso del presidente del Gobierno hubo afirmaciones, pero no argumentos. José María Aznar ha reducido el problema de la guerra con Irak a una cuestión de fe. Tenemos que creerle a él, cuando dice que Irak es una amenaza para el mundo en general y para España en particular, de la misma manera que él cree a George W. Bush. Pero no hace el más mínimo esfuerzo por persuadir a los ciudadanos españoles, que no ven la amenaza de Irak por ninguna parte, de por qué deben hacer suya la decisión que él ha adoptado.

Esta es una de las diferencias que hay entre 2003 y 1990. En 1990 se explicó por qué había que constituir una coalición internacional para poner fin a la invasión de Kuwait. Y se hizo un esfuerzo diplomático enorme por constituir dicha coalición internacional. No solamente hubo resoluciones de Naciones Unidas, sino que (las citas que siguen proceden del Discurso sobre el Estado de la Unión de 1991, de Bush padre) las resoluciones fueron "respaldadas por fuerzas de 28 países de los seis continentes... Con pocas excepciones el mundo ahora actúa al unísono... El valor y el éxito de los pilotos de Alemania, de Kuwait, de Arabia Saudí, de Francia, de Canadá, de Italia, de Qatar y de Bahrain..., son la prueba de que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional está unida... El liderazgo de las Naciones Unidas está confirmando ahora la visión de sus fundadores".

¿Ha podido decir George W. Bush en su Discurso sobre el Estado de la Unión de 2003 algo parecido a lo que su padre dijo en 1991, cuando la guerra contra Irak hacía trece días que había empezado? ¿Se ha hecho un esfuerzo similar en 2002 de cara a 2003 como el que se hizo en 1990 de cara a 1991?

El presidente del Gobierno dijo el pasado miércoles que España había tenido un "papel activo" en esta crisis, pero lo que no dijo es que su papel no ha sido activo para favorecer el "liderazgo de Naciones Unidas", sino activo para secundar la política unilateral de Estados Unidos; que no ha sido activo para unificar la posición de la Unión Europea, sino para dividirla; que no ha sido activo para fortalecer el consenso interno, sino para acabar con el que existía. Cualquier parecido entre el "papel activo" del Gobierno español en 1990 y el del Gobierno en 2003 es casi pura coincidencia.

Por eso ni George W. Bush convence en Naciones Unidas ni José María Aznar convence en España. Los discursos de Felipe González en 1990 y de Bush padre en 1991 eran perfectamente suscribibles, porque eran entendibles. Los de Bush hijo y José María Aznar en 2003 no hay manera de compartirlos, porque carecen de cualquier argumentación digna de tal nombre. Hay que tener fe ciega en ellos para suscribirlos.

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